¿Historia o presente?

David Soler, Níger solo es el último: golpes de Estado en África - El Sahel concentra los gobiernos militares: de los 20 golpes exitosos en el siglo XXI, 13 han sido en la región, con Sudán y Mali liderando con 3 cada uno. (África Mundi, 5 de agosto de 2023)

José Ramón Pérez, Nueve golpes de Estado en tres años: la inestabilidad sacude África - Los Gobiernos de Burkina Faso, Mali, Chad, Guinea-Conakri, Sudán, Níger y Gabón han sido derrocados por golpes de Estado militares desde 2020 (Newtral, 1 de septiembre de 2023)

Mario Saavedra, El terrorismo yihadista en el Sahel aumenta tras los golpes de estado y la entrada de Wagner - Hay choques por el control de las bases que abandona la misión de la ONU en Malí | En Níger se incrementan los ataques mortales por el vacío dejado por las tropas golpistas (El Periódico de España, 06 de septiembre del 2023)



El Grupo Wagner no son sólo mercenarios rusos, sino un conglomerado de empresas de diversas actividades dirigidas bajo el paraguas de Putin (Twitter- África Mundi, 27 sept. 2021)

Fuente gsmspain 2005 (no añade más información)

Fuente fesei 2021

Macron acusa a Rusia de "ser un factor de desestabilización en África" y apunta a su "aislamiento" internacional (Europa Press, 23 junio 2023): 
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha acusado este viernes a Rusia de "ser una potencia de desestabilización en África", antes de incidir en que la ausencia de Moscú de la cumbre celebrada en París para impulsar una reforma del sistema financiero internacional demuestra su "aislamiento".
Macron acusa a Rusia de "ser un factor de desestabilización en África" y apunta a su "aislamiento" internacional.
Macron ha señalado en una entrevista a medios franceses --France 24, Franceinfo y Radio France Internationale-- que Rusia "es una potencia de desestabilización en África a través de milicias privadas que ejercen un papel depredador y abusan de la población civil", en aparente referencia al envío de mercenarios del Grupo Wagner a varios países, entre ellos Malí, Libia y República Centroafricana (RCA).


El Tablero africano (XII): los Estados Unidos de América (en descifrandolaguerra 2021)

Nazanín Armanian, ¿EEUU contra Francia? Sobre los últimos golpes de estado en África (Público, 5 de septiembre de 2023) [muy extenso, pro-ruso]


Los préstamos de China en África - África tiene una deuda de 153.000 millones de dólares con China, que en los últimos 20 años ha concedido 1.143 préstamos a Gobiernos del continente (Álvaro Merino en El Orden Mundial, 21 de marzo de 2022)

Desde hace décadas, China se ha interesado en África principalmente porque el continente alberga un gran potencial extractivo en materia de recursos. El país asiático siente la necesidad de acceder a sus recursos energéticos y minerales por un coste más bajo, una condición que el continente cumple. Esta necesidad de obtener materias primas contribuye y alimenta el crecimiento de la actual economía del gigante asiático tanto a corto plazo como a largo plazo. Además, las inversiones chinas en territorio africano suelen ser más aceptadas por la sociedad del continente ya que prefieren que las empresas extranjeras paguen con servicios e infraestructuras antes que en efectivo, ya que no tienen la garantía de que el capital sea distribuido de manera igualitaria debido a los altos niveles de corrupción registrados en los países dónde China suele invertir más. Durante los últimos años, China ha seguido un patrón general en sus inversiones. Este consiste en invertir en los países con economías más potentes y altamente pobladas (como Nigeria, Etiopía o Egipto) e importar productos minerales y enérgeticos de países más empobrecidos que no acostumbran a cumplir la mayor parte de derechos humanos (como la República Democrática del Congo o Sudán del Sur.
(Néstor Siurana en Geopol, Jul 23, 2022)

China en África: del beneficio mutuo a la hegemonía de Pekín (Pablo Moral en El Orden Mundial, 1 de septiembre de 2019)

La Nueva Ruta de la Seda de China - Mapas de El Orden Mundial -(Abel Gil en  EOM, 2018)


Where climate risks challenge development cooperation - Which climate-related risks must be anticipated by actors of development cooperation in the coming one to three years? For the third time, INFRAS has identified regional and global hotspots of climate risks and summarized key developments for the Swiss Agency for Development and Cooperation (SDC Climate Foresight Analysis 2023, July 27, 2023)

Fuente de ambos mapas: Cooperación al desarrollo (Atlas Nacional de España IGN, 2019)

Los cooperantes, «un blanco fácil» en las zonas más calientes del planeta - España cuenta con 2.599 personas desarrollando labores humanitarias fuera del país (ABC, 15/09/2017)


Fuente: Decenio internacional para la acción "el agua, fuente de la vida" 2005-2015 (Web de las Naciones Unidas)

Fuente: 28 mapas para explicar la situación de la mujer en el mundo (Almudena Díaz en united explanation 17/05/2012)

Unas 300 millones de  niñas, adolescentes y mujeres en todo el mundo menstrúan cada día y, aunque es un proceso natural, los mitos y tabúes que la rodean todavía existen en muchas culturas. Cuando están con la regla, millones son discriminadas, excluidas de actividades cotidianas y muchas, incluso, dejan de ir a la escuela. Numerosas  normas sociales en torno a la menstruación limitan la libertad ,refuerzan la discriminación de género y afectan directamente a la autoestima porque se relaciona el periodo con algo “sucio” y vergonzoso. En algunos paises piensan que  solo por tener el periodo , las niñas, adolescentes y mujeres, están malditas, que son trasmisoras de enfermedades , incluso que pueden llegar a morir cuando sangran. La pandemia ha dificultado el acceso a productos de higiene menstrual. La escasez de productos y la subida de precios hacen que para muchas estos productos sean totalmente inaccesibles, se consideran artículos de lujo. Por este motivo, muchas niñas, adolescentes y mujeres se ven obligadas a utilizar periódicos viejos, trapos, tierra, arena, ceniza, hierba u hojas y otro tipo de productos que, además de incómodos, son antihigiénicos y pueden provocar graves infecciones.
(Plan internacional de higiene menstrual) Ver también La gestión menstrual sin impuestos en el mundo (statista).MUJERES, AGUA POTABLE E HIGIENE: LAS CLAVES PARA EL CAMBIO EN ÁFRICA (UNICEF) DÍA INTERNACIONAL DE LA HIGIENE MENSTRUAL: ROMPER EL TABÚ DE LA MENSTRUACIÓN (Agencia Francesa del Desarrollo)

La antropóloga y doctora en estudios feministas Miren Guilló Arakistain acaba de publicar el libro 'Sangre y Resistencia' (Bellaterra Ediciones, 2023). Guilló reivindica que su trabajo no va (solo) sobre la menstruación, sino que aborda otros temas: el sistema de género, la norma binaria, la sociedad de consumo, las prácticas resistentes... Entrevista en Pikara Magazine, 27/02/2024


Fuente: Observatorio internacional de estudios sobre terrorismo

Imagen de un vídeo difundido por Boko Haram tras el secuestro de más de 219 niñas en Chibok [2014]. (fuente El Confidencial

Protestas por el secuestro de Chibok (14 de abril de 2014) Fuente: Wikipedia - Commons



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POST-TRUTH, REDES y MANIPULACIÓN
SOFT POWER, GUERRA HÍBRIDA...



Promoción de la película. Es interesante este artículo: Hollywood Can Take On Science Denial: Don’t Look Up Is a Great Example - This new release uses a comet hurtling toward Earth to satirize the way we dismiss scientific facts and the scientists who discover them (Rebecca Oppenheimer, Scientific American,  December 30, 2021)

Fotografías del asalto al Capitolio National Geographic

https://cnnespanol.cnn.com/2023/01/06/cronologia-asalto-capitolio-simpatizantes-trump-trax/

Qué tienen que ver Trump y el Brexit con "post-verdad", la palabra del año elegida por el Diccionario Oxford (BBC, 16 noviembre 2016)

"El algoritmo no te deja escapar": anatomía de una guerra 'marvelizada' en las redes sociales, El Periódico de España, Analía Plaza, 14 de marzo del 2022

La UE aprueba definitivamente la ley que obligará a Google, Facebook o Apple a frenar la desinformación -  El Consejo Europeo da luz verde a la Ley de Servicios Digitales (DSA), la pionera medida que regulará las grandes plataformas digitales, limitará el uso de datos de los ciudadanos y las obligará a ser más transparentes (Carles Planas, El Periódico, 04 de octubre del 2022):
La Unión Europea (UE) ha dado hoy su último paso para alumbrar la esperada ley que regulará a las grandes plataformas digitales. Este martes, el Consejo de Europa ha aprobado definitivamente Ley de Servicios Digitales (DSA), una medida pionera que pondrá coto a la forma como operan gigantes de la talla de Google, Amazon, Meta (Facebook) y Apple.
Tras meses de negociaciones, el Parlamento Europeo aprobó esta nueva regulación el pasado julio después de que las partes llegase a un acuerdo en abril. Esta es la primer actualización del marco jurídico que regula el ecosistema digital desde el año 2000, cuando la mayoría de esas mastodónticas empresas tecnológicas ni existían.
El visto bueno del Consejo Europeo –integrado por los mayores líderes políticos de los miembros de la UE– era el último obstáculo para que la ley sea formalmente adoptada. El reglamento se publicará en el Diario Oficial de la UE el próximo 13 de octubre, sin embargo su contenido no se empezará a aplicar hasta 15 meses después, en 2024, decisión con la que se da margen a esas compañías para adaptarse a la ley.
La nueva ley se dirige a todas las compañías digitales, aunque presenta requisitos mucho más estrictos para las plataformas que tengan más de 45 millones de usuarios en la UE, como es el caso de los gigantes de Silicon Valley mencionados anteriormente, acusados de abusar de su control casi monopolístico del mercado digital.
La esperada DSA aspira a transformar el comportamiento de los gigantes tecnológicos que operan en suelo europeo. Es por ello, que propone distintas medidas clave. Por un lado, obligará a esas plataformas a eliminar los contenidos ilegales, desde el terrorismo al abuso de menores. De no cumplir con ello, la UE se reserva una amenaza económica: multas que podrían alcanzar hasta el 6% de la facturación anual de esas empresas, cifras hasta ahora nunca vistas. Qué es y qué no es ilegal dependerá de cada Estado miembro, lo que con toda probabilidad abrirá la puerta a problemas en países como Hungría o Polonia.
Por otro lado, esas empresas también estarán obligadas a introducir nuevas estrategias para tratar de frenar las campañas de desinformación que circulan en ellas. Este punto se ha acentuado tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero la UE lleva tiempo preocupada por como los bulos pueden ser parte de injerencias extranjeras para desestabilizar a los Veintisiete. Sin embargo, la desinformación no es algo ilegal, lo que también despierta ciertas dudas sobre el poder que se estará dando a los gobiernos.
La DSA también obligará a las plataformas digitales a ser más transparentes respecto a cómo funcionan sus algoritmos para así poder determinar qué impacto tienen sobre los usuarios. Además, esas compañías tendrán que realizar análisis periódicos sobre su sistema interno, informar de ello a las autoridades y tomar medidas para reducir su riesgo. De esta manera, se busca que Google, Amazon, Apple, Meta, Microsoft y otras rindan cuentas sobre como su modelo de negocio afecta a la sociedad.
La pionera normativa europea también limitará la publicidad basada en el rastreo de la actividad digital de los usuarios, pilar del negocio de Google, Facebook e Instagram, especialmente. Así, se prohíbe dirigir anuncios a menores o usar datos sensibles como raza, sexo o religión. Otra de sus medidas clave es la prohibición de los llamados 'dark patterns' o patrones oscuros, las estrategias que esas plataformas toman para diseñar sus interfaces de forma engañosa para conseguir que los usuarios tomen las decisiones que la compañía quiere, ya sea desde aceptar el uso de sus datos como llevarle a comprar un determinado producto.

https://www.elperiodico.com/es/economia/20190516/fake-news-amenaza-democracia-7447790


Ni la ONU pretende destruir la familia ni prohibir el consumo de carne: el mar de bulos sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible - La ultraderecha difunde mentiras sobre las metas que pactaron en 2015 los líderes mundiales con el fin de boicotear la agenda progresista (Patricia Blanco en Planeta Futuro/El País, Madrid - 19 SEPT 2023)

“Diez mil hombres en edad militar han entrado en la isla italiana [de Lampedusa] en un lapso de tres días, superando a su población de 6.000, pero mis siervos te están contando que son mujeres y niños que huyen despavoridos. Y serás feliz”. Este mensaje, publicado este lunes, por una cuenta de X (antes Twitter) que se dedica a atacar la Agenda 2030, con unos 285.000 seguidores, ejemplifica la narrativa de desinformación que desde hace años la ultraderecha vierte contra los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): que una supuesta élite amparada por Naciones Unidas pretende destruir una sociedad blanca y cristiana con la excusa de erradicar la pobreza y proteger el planeta. Es decir, donde la ONU dice “educación de calidad” (objetivo 4), “igualdad de género” (objetivo 5) o “reducción de las desigualdades” (objetivo 10), la extrema derecha prefiere leer adoctrinamiento, destrucción de la familia o invasión migratoria.

Los líderes mundiales, reunidos desde este lunes en la Asamblea General de Naciones Unidas, pactaron en 2015 la consecución de 17 objetivos con la vista puesta en 2030 destinados a promover la igualdad, el bienestar de la población mundial y la protección del medioambiente. Desde entonces, estas metas han recibido un goteo incesante de bulos tanto de cuentas anónimas —pero exitosas— como de voces oficiales desde la ultraderecha (Vox en España, La Liga de Matteo Salvini en Italia o Donald Trump en Estados Unidos) para boicotear la agenda progresista.


La guerra híbrida ha venido para quedarse: "EE.UU. se ve contestado con tácticas que ellos mismos han usado" - La investigadora principal del CIDOB, Carme Colomina, analiza las nuevas formas de combate en Amenazas híbridas, orden vulnerable - Colomina explica cómo Internet y las redes sociales se convierten realmente en un espacio utilizado para la confrontación (Entrevistada por Víctor García Guerrero, RTVE, 20.09.2022) 

"Steve Jobs era un visionario tóxico, un genio del mal" - Marta Peirano es autora de El Enemigo conoce el Sistema, "un libro para que entiendas por qué las empresas tecnológicas que te generan adicción son las mismas que te espían y manipulan"  (Entrevista en Expansión, 26 de junio de 2019:
P:¿Cómo explicarías el sistema de vigilancia que tiene montado China?

R: Está basado en un entramado de cámaras conectadas a sistemas de reconocimiento facial. Además, todos los chinos tienen un Smartphone con cámara, micrófono, una media de 14 sensores y aplicaciones que informan periódicamente sobre ellos.

El sistema de crédito social chino, más que un sistema de vídeovigilancia, es un sistema de reeducación de la ciudadanía. Toda la información que recoge el gobierno chino sobre sus ciudadanos es utilizada para dar y quitar puntos a la ciudadanía. Los puntos tienen un impacto directo en acceder a puestos de trabajo, comprarse una casa, recibir un crédito, tener una cobertura médica o permitir que sus hijos vayan a un buen colegio... En cambio, si te vas quedando sin puntos pierdes la capacidad de acceder a los servicios y de comprar cosas porque la clave del sistema de crédito social chino es que todo el dinero es digital.

P:¿Y en el caso de Estados Unidos?

R: EEUU tiene un sistema de crédito social muy parecido al chino porque hace que tu historial te perjudique en el futuro haciendo que las cosas sean más caras o que los servicios sean más o menos accesibles. Sin embargo, en China se defienden diciendo que al menos ellos te dicen cuántos puntos tienes mientras que en norteamérica lo tienes que adivinar.

Los dos modelos utilizan la misma tecnología pero los chinos la usan de una manera más ordenada, más sistematizada y más centralizada.

Suspected Chinese operatives using AI generated images to spread disinformation among US voters, Microsoft says (CNN, 7 sept 2023)

Alta funcionaria del FBI advierte sobre la amenaza que representan los piratas informáticos de China (Sean Lyngaas en CNN,17 Febrero, 2023)

Putin concede la ciudadanía rusa a Edward Snowden (Telemadrid, 26 de septiembre de 2022)

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha concedido la ciudadanía rusa a Edward Snowden, el ex analista de Inteligencia estadounidense buscado por la Justicia norteamericana por filtrar a Wikileaks abundante información sobre la Agencia de Seguridad Nacional. ,,, "Durante más de cinco años ha estado en territorio de Rusia, tiene un permiso de residencia. El contaba con todo esto", ha remarcado Kucherena [su abogada], quien ha asegurado que su defendido se encuentra feliz de la decisión adoptada por Putin. Snowden está buscado por la Justicia de Estados Unidos después de que en 2013 filtrase numerosos documentos secretos en los que se desvelaban diferentes técnicas de espionaje llevadas a cabo por el organismo de Seguridad Nacional, incluidas escuchas telefónicas ilegales a líderes políticos internacionales. Una vez huyó de Estados Unidos, su primer destino fue Hong Kong, si bien más tarde terminó recalando en Rusia. En 2014 recibió un primer permiso de residencia que, años más tarde, sería ampliado por tiempo indefinido.

Así funcionó el espionaje orquestado por Rusia a favor de Donald Trump - EE UU asegura que la campaña se sirvió del trabajo de los hackers, las redes sociales y Wikileaks (Cristina Pereda en El País, 07 ENE 2017) 

El informe elaborado por seis agencias de inteligencia de Estados Unidos es un documento sin precedentes que atribuye al presidente ruso Vladímir Putin la orden de desarrollar una campaña para erosionar las instituciones democráticas norteamericanas “para ayudar al presidente electo Donald Trump desacreditando a la secretaria [Hillary] Clinton”. Por motivos de seguridad, las 25 páginas no detallan ni las herramientas ni las fuentes exactas que han permitido a EE UU realizar tal ...

Martha R. Villabona García, #NoDESinformación, una propuesta didáctica para Educación Secundaria, Ministerio de Educación y Formación Profesional, 2021

Yolanda Berdasco, Posverdad y bulos: Brexit, Trump y Cataluña, blogsUDIMA, 02 noviembre 2017:

En lo que ya se conoce como la ‘Era de la posverdad’, que algo aparente ser cierto es más importante que la propia verdad. La posverdad se trata, por tanto, de inventar una realidad afín a las necesidades del que la modela y de convencer a los ciudadanos de que su vida diaria no es la que viven, sino la que los líderes describen.

El recurso más habitual es el de generar bulos que ataquen directamente la parte emocional del que recibe el mensaje. Esa es la mejor ‘puerta de entrada’ para evitar que el receptor contraste el mensaje con su realidad y la pase por el filtro de la razón. Mentiras, invenciones plasmadas en contenidos audiovisuales que encuentran en las redes sociales y en las aplicaciones de mensajería instantánea su mejor forma de difusión.

«El disfraz con que visten las mentiras los creadores de estas realidades paralelas está muy bien cosido, utilizando algunos hilos de verdad para que resulte atractivo y surta efectos rápidos. Pero no se engañen, no es verdad, es posverdad.»

Sirva como ejemplo, el eslogan que el defensor del Brexit, Boris Johnson, paseó en su autobús de campaña: El Reino Unido ahorraría 350 millones de libras a la semana tras abandonar la UE. Dinero que se destinaría al servicio de salud (NHS). Era mentira pero una atractiva mentira. Esa cifra, bruta, no incluía el reembolso que la UE devuelve al Reino Unido. El número es atractivo pero la realidad es que esa cifra apenas ronda los 140 millones de Euros, algo así como un cuarto de libra por ciudadano del Reino Unido. ¿A que ya no parece que sea una contribución tan exagerada? Es el efecto de la posverdad.

El caso de Donald Trump es otro deporte; su capacidad para apelar a lo emocional y a las creencias personales fue utilizada durante toda la campaña electoral. Sus fake news o posverdades tuvieron una capitalización muy rentable: el gobierno de Estados Unidos. Durante las semanas previas a las elecciones estadounidenses, se pudo leer y escuchar que el Papa Francisco apoyaba a Trump, -lo mismo que Denzel Washington-. También se dijo que el desempleo aumentó durante el mandato de Obama y que los inmigrantes son, en sí mismos, un foco de delincuencia y empobrecimiento. Si, todo mentira o posverdad, pero suficiente para empujar a las urnas a unos convencidos votantes que veían en Trump su salvación.

En Cataluña, las mismas artes y resultados parecidos, porque como dijo Göbbels, “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.  “España nos roba” ha sido el eslogan más repetido por los partidarios de la independencia.  Una falsedad que es fácil desmentir por varios caminos. El más sencillo, el de las balanzas fiscales. Estas indican que Cataluña aporta menos, por ejemplo, de lo que lo hace la Comunidad de Madrid. Es solo uno de los cientos de ejemplos. Fotos manipuladas o sacadas de contexto o recuentos sanitarios que incluyen como “heridos” en la manifestación del 1 de octubre a aquellos que estaban en su casa y entraron en pánico, todo para contribuir al mito. Todo ello sin entrar en las mentiras históricas para justificar el proceso de secesión.

La mayor parte de estas manipulaciones son fáciles de desmontar, acudiendo a fuentes bien documentadas y a bases de datos fiables. Sin embargo, las redes sociales y los usuarios de mensajería no se toman el tiempo necesario para ello. Se hacen cada vez más necesarios los medios de comunicación y los profesionales independientes y capaces de contrastar las informaciones con la realidad para evitar que la mentira (disfrazada de posverdad) se instale en nuestra sociedad y manipule a los ciudadanos...


Enrique Benítez, Manipulación digital - A veces ni se necesita la manipulación directa de la imagen ya tomada: basta con cambiar el ángulo o el enfoque para contar una historia completamente diferente (El País, 09 de septiembre del 2023):

El regreso exige una columna sencilla: nada de protección de datos, desinformación o asuntos relacionados con la inteligencia artificial. Así que el tema elegido no es otro que las imágenes y su poder en un mundo digital que es audiovisual, y el impacto de las mismas en la sociedad y las personas.

La primera imagen que podemos recrear es la de Luis Rubiales con Jenni Hermoso. En un alocado intento de autodefensa, desde la propia Real Federación Española de Fútbol parece haberse difundido una imagen manipulada o distorsionada (cuando menos) de ese momento bochornoso que ya ha pasado a nuestra particular historia nacional de la infamia. En España se lee poco y se estudia menos sobre la teoría y la ética de la imagen. Hay un libro esencial y sencillo: La furia de las imágenes, de Joan Fontcuberta. A veces ni se necesita la manipulación directa de la imagen ya tomada: basta con cambiar el ángulo o el enfoque para contar una historia completamente diferente. Podemos recordar aquella escena de una playa gaditana en la que algunos bañistas parecían ajenos a la presencia de un cadáver de un inmigrante. El buen fotoperiodista sabe bien lo que hace. El cordobés Gervasio Sánchez es ejemplo de ello.

La otra imagen de la semana es la de un desafiante Donald Trump fichado en una comisaría de Atlanta. Su gabinete de prensa se ha apresurado a comunicar que ya han convertido esa imagen icónica en material de promoción (merchandising en tazas y otros utensilios), y también que han recibido donaciones por más de 7 millones de dólares desde que se hizo pública.

En una cultura que va camino de ser casi absolutamente audiovisual, la capacidad de manipulación de imágenes, o de vincular lo que se ve al discurso interesado, debería ser motivo de reflexión"

En una cultura que va camino de ser casi absolutamente audiovisual, la capacidad de manipulación de imágenes, o de vincular lo que se ve al discurso interesado, debería ser motivo de reflexión. Lo digital ha multiplicado la capacidad de manipulación y de difusión de imágenes falsas. Incluso se puede escuchar a una persona relevante diciendo un discurso que jamás ha pronunciado. Hay una guerra abierta por la opinión pública, y en las sociedades polarizadas cualquiera de nosotros puede elegir ser el soldado de la causa que quiere defender. Por suerte, hay organizaciones encargadas de trabajar para destapar estos casos, cada vez más frecuentes y dañinos. Pero nada debería poder sustituir el sentido común primitivo que nos hace estar alerta cuando algo no nos cuadra. Distinguir entre lo que está bien y lo que está mal es el punto de partida, siempre. Rubiales y Trump y sus equipos también lo sabían.

https://www.epe.es/es/internacional/20240204/ia-riesgos-desinformacion-democracia-elecciones-97731595


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https://www.elconfidencial.com/deportes/2023-10-28/madridismo-sociologico-que-es-laporta_3762409/

https://espacioservisoci.blogspot.com/2011/09/no-pienses-en-un-elefante-george-lakoff.html?m=1

https://futbolclubdelectura.com/2019/10/24/50-anos-del-articulo-barca-barca-barca-de-manuel-vazquez-montalban/

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Federico Steinberg, Jóvenes, envejecimiento y futuro de la democracia, El Periódico de España, 7 de diciembre de 2021

Víctor Lenore, Jordi Évole, Morad y el tiro por la culata del progresismo, Vozpopuli, 23 de febrero de 2022 - El reportaje sobre el rapero hipano-marroquí, que muy pronto degenera en publirreportaje, aplica enfoques progresistas y termina confirmando las tesis contrarias

Pedro Vallín, La batalla por la metáfora correcta, La Vanguardia, 2 de marzo de 2022

Manuel Guedán, Quién no quiere vivir de las rentas, El Periódico de España, 3 de marzo de 2022 (ver también la serie de artículos sobre el conflicto intergeneracional en otras páginas y otros blogs)

Ana Torres y Celia Fernández, ¿Están preparados los jóvenes de 16 años para votar?, El País, 3 de marzo de 2022


Una riada de chabolas de madera nace en los márgenes de la M-30 - El asentamiento derribado hace un año bajo el puente de Conde de Casal retorna con una docena de sintecho - Al lado del puente de Ventas, en casas de cartón, residen siete personas que piden en los semáforos de la zona (ABC, 7 de marzo de 2022)

Zeynep Tufekci,  Así es como el mundo habría podido evitar la pandemia de la COVID-19 (New York Times, 13 de marzo de 2022)

Pablo M. Fernández Alarcón, Indefensión aprendida (El Periódico de España, 29/06/2022):  ... no es que la gente deje de votar a sus representantes porque es imbécil y se deja manipular por lo que los medios le cuentan... Lo que hace que los votantes de izquierdas se queden en casa no es que las elecciones estén decididas; lo que hace que se abstengan de votar es la desagradable seguridad de que son las políticas las que están decididas.

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ENTREVISTAS: Iñaki Tofiño: “España tiene responsabilidades sobre Guinea Ecuatorial”, Librújula (Público), 30 de junio de 2022: Entre 1778 y 1968 Guinea Ecuatorial formó parte del reino español. El historiador Iñaki Tofiño estudia en “Guinea. El delirio colonial de España” la literatura colonial nacida de esos 200 años de la historia de España oculta y desconocida. ... Por ejemplo, los Conguitos: ya sé que apelan a la infancia, a cuando íbamos en bicicleta sin cascos, pero si uno analiza el anuncio con cabeza fría, se dará cuenta de que en realidad se come a un señor africano además caricaturizado. El problema es que estamos inmersos en una batalla cultural.

¿Y la izquierda está perdiendo esa batalla?
En este asunto soy pesimista. Creo que sí. Vox es una máquina en cuestiones de marketing y eso da mucho miedo. La izquierda está acostumbrada a criticar y, como demuestra Pedro Batalla en su libro Los nuevos odres del nacionalismo español, no va más allá, es incapaz de generar un discurso cultural alternativo que aglutine a la masa. El discurso de la extrema derecha es muy sutil y lo podemos encontrar en libros, videojuegos… Cuando escucho hablar de la invasión musulmana, me pregunto: ¿qué hicieron los romanos y los visigodos? ¿Acaso no conquistaron también? Démonos cuenta que este discurso ha determinado nuestra genealogía cultural, nos hemos habituado a él. Marcelino Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles, publicado a finales del siglo XIX, ya recoge muchas de las imágenes preconcebidas que tenemos de nuestro mundo: que si los herejes cristianos, que si los conversos al islam, que si los protestantes del Renacimiento. En 4.000 páginas, este talibán católico vomita toda su bilis contra los personajes de la historia que le caían mal o se escapaban de lo establecido en su discurso.

Bueno… ¿la izquierda no intenta crear una alternativa?
En su tiempo, por poner un ejemplo, Juan Goytisolo editó la obra de José Blanco White y la presentó como una alternativa al discurso rancio de Menéndez Pelayo. No obstante, a la incapacidad de los pensadores de izquierda de crear un discurso atractivo para la sociedad, se suma el problema de los rojipardos. Ana Iris Simón publica Feria, un caramelo envenenado, porque describe un ambiente idílico, rematado de frases terroríficas. La invitan a la Moncloa a decir las barbaridades que dijo, y todo el mundo se quedó tranquilo. Pues no vamos bien. La izquierda debe crear productos culturales alternativos que no sean un ensayo de 300 páginas.

La izquierda tiene su atolón en el ambiente académico.
El discurso académico de la izquierda va por un lado y el social por el otro. No podemos poner una pistola en la cabeza al académico y obligarle a escribir una novela atractiva que además cuestione el discurso opuesto. Los académicos de izquierda no se mueven muy bien por el mercado mayoritario, esa es la verdad.

¿Crees que los políticos de izquierda están verdaderamente comprometidos en crear un discurso social alternativo?
No lo creo. Pablo Iglesias es académicamente muy potente, se metió en política y le hubiera salido bien la cosa si no se hubiera convertido en un mesías; el mesianismo, por lo general, no agrada a la gente. La izquierda mantiene la mentalidad que tuvo en época franquista: en la oposición se vivía mejor. Criticar es muy fácil, pero crear es una tarea complicada.

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Rubén Arranz, Un discurso de Borrell sobre una Europa que ya (casi) no existe, El Confidencial, 14/10/2022:

Todo lo que sucede en el presente es una réplica de algún episodio del pasado. El 13 de diciembre de 1918 arribó a Brest el transatlántico que llevaba a bordo a Woodrow Wilson, el presidente de Estados Unidos. El puerto estaba abarrotado de personas que ansiaban la firma del tratado de paz tras la Primera Guerra Mundial. Las mujeres y las madres querían recuperar a sus maridos y a sus hijos, que todavía permanecían en las líneas del frente y corrían el riesgo de perecer en alguna de las escaramuzas. Que no eran frecuentes, pero sí constantes.

Wilson tenía entonces dos tareas: la primera era la de sellar un conflicto que había segado varios millones de vidas en Europa en 4 años y 3 meses. La segunda, la de asegurar que la paz fuera duradera. En su cabeza, había un ideal absoluto, y es que la humanidad no volviera a despeñarse por el desfiladero de la guerra.

Unas semanas después, esa ilusión se había mitigado y sus recibimientos en los puertos no eran tan multitudinarios ni efusivos. La 'diplomacia transparente' que había concebido en su cabeza no se plasmó en las primeras negociaciones, que fueron desasosegantes. Los países que se sentaron a debatir sobre la paz lo hicieron con ambiciones que tarde o temprano conducirían al mundo hacia otro conflicto. Francia reclamó la cuenca del Rin y el Sarre; Italia, Fiume y Dalmacia; y Rumanía, Polonia y Checoslovaquia, otra parte desmedida del botín. El resultado es conocido: aquel tratado sembró de dinamita los cimientos de la paz y eso condujo a un segundo conflicto internacional, que, a su vez, terminó mientras se cocinaba la Guerra Fría.

Quien conozca la condición humana tendrá claro que la paz es quizás el ideal más 'absoluto' e inestable. Circula por el mismo carril que el entusiasmo, que, como decía Goethe, es un material que “no se adapta a un almacenaje prolongado”. La Unión Europea surgió como una herramienta que pretendía asegurar la paz entre las potencias del Viejo Continente. Su desgaste es fruto de esa misma lógica: lo que al principio genera ilusión, con el paso del tiempo puede conducir hacia la infelicidad. Es la dinámica propia de los matrimonios largos, la de las relaciones laborales plurianuales y la de cualquier conjunto de hombres o mujeres. Lo dicho: pura condición humana.

El discurso de Josep Borrell
Pronunció hace unos días Josep Borrell un discurso ante los embajadores de la Unión Europea que fue sorprendente. Entre otras cosas, porque recitó a los diplomáticos las verdades del barquero. Ésas que no contienen ni un gramo de falsedad, pero que son desmentidas cada vez que los ciudadanos las denuncian en un momento inoportuno. El 'ministro' europeo lamentó que los representantes de exteriores continentales se hubieran convertido en funcionarios desganados y desgarbados. “Me entero antes por la prensa de lo que ocurre en los terceros países que por sus informes”, incidió.

Posteriormente, hizo un alegato para combatir la propaganda de los regímenes autoritarios con argumentos y proactividad. Borrell apeló a que sus embajadores expliquen mejor “los vínculos entre la libertad política y una vida mejor”.

A continuación, realizó una exposición que merece la pena reproducir: “Cuando decimos que China es nuestro rival sistémico eso significa que nuestros sistemas están en rivalidad. Y los chinos están tratando de explicarle al mundo que su sistema es mucho mejor. Porque, bueno, a lo mejor no eliges a tu jefe de gobierno, pero tendrás comida y calefacción y servicios sociales, mejorarás tus condiciones de vida. Muchas personas en el mundo, sí, van a votar y eligen su gobierno, pero sus condiciones materiales no están mejorando. Y al final, la gente quiere vivir una vida mejor (…). Nuestra lucha es intentar explicar que la democracia, la libertad, la libertad política no es algo que se pueda cambiar por prosperidad económica o cohesión social. Ambas cosas tienen que ir juntas. De lo contrario, nuestro modelo perecerá, no podrá sobrevivir en este mundo”.

El deterioro de la UE
Los burócratas bruselenses han obviado durante las últimas décadas que el entusiasmo “no se adapta a un almacenaje prolongado”, lo que ha desgastado el proyecto. Lo que le ha ocurrido a la unión tiene diversas derivadas, pero no creo que haya ninguna más significativa que la que se produjo en 2004 – 2005, cuando los franceses y los holandeses rechazaron el proyecto de Constitución Europea en sendos referendos. La principal respuesta de los mandatarios comunitarios ante este hecho fue 'colar' una parte de su contenido en el Tratado de Lisboa.

Merece la pena leer estos dos -uno y dos- informes del Real Instituto Elcano al respecto, dado que los problemas que señalan -miedo a la globalización, descontento con la Europa que caminaba a varias velocidades, confusión con la inmigración, oportunismo, falta de fe en la política, dificultades económicas...- se han acentuado en estas dos décadas.

La impresión es que Europa no es un proyecto que tienda a homogeneizar, sino que es un territorio en el que existen diferentes clases, fundamentadas en los intereses de cada cual, en las diferencias históricas o en lo que unos aportan o reciben en función de las necesidades de cada momento. Por otra parte, los focos donde se toman las verdaderas decisiones están muy alejados de los lugares donde se colocan las urnas. Por lo tanto, cuesta ver que el proyecto se base en los más esenciales rudimentos democráticos.

¿Cómo vender democracia si se amenaza a un país con cerrarle el grifo de las ayudas por políticas internas que no son muy diferentes a los de Estados con gobiernos de otro color? ¿De veras la UE puede exportar democracia plena y transparente cuando no puede garantizar si quiera que los contratos que rubricó con las farmacéuticas durante la crisis de la covid-19 no aparezcan con infinidad de tachones, fruto de la confidencialidad acordada? Son sólo algunos ejemplos. Y es cierto que a través de los casos concretos no se llega a la verdad absoluta. Pero, al menos, permiten intuir que Europa -ambicioso y noble proyecto- no es ningún vergel.

Porque quizás cuando un sistema queda a merced de agendas ideológicas irracionales o de lobbies que no apuestan -no tienen la necesidad- por el interés general, difícilmente podrá venderse como algo paradigmático y, desde luego, no será fácil que garantice la prosperidad de los ciudadanos que lo legitiman. Europa se ha relajado en su principal tarea, que es la de proteger las democracias representativas que fortalecen el proyecto y apuntalan la paz. Por eso, su proyecto es actualmente menos sugestivo que cuando se forjó. Borrell denunció ineficacia y lentitud. Que se pregunte también por los partidos -como el suyo- que generaron ese caldo de cultivo que ha convertido a la UE en un paquidermo de lento caminar.

El éxito de los matrimonios duraderos no está en el lanzamiento de fuegos artificiales, ni en la exhibición de las alianzas en las redes sociales. La clave está en la capacidad de luchar contra el desgaste, que es lo que amenaza a cualquier relación humana o conjunto social. Quizás Borrell deba analizar de una forma más precisa para que los embajadores realicen una labor 'comercial' más creíble y digerible. No conviene tratar a los diplomáticos como si fueran alumnos despistados. Ni mucho menos a los ciudadanos como una población infantil a la que pastorear con verdades incompletas.


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https://www.lanacion.com.ar/politica/elecciones-2023-javier-milei-dijo-que-una-empresa-puede-contaminar-un-rio-todo-lo-que-quiera-y-nid02092023/

"Una empresa puede contaminar un río todo lo que quiera" Como ejemplo del funcionamiento de la economía, Javier Milei explicó que "nadie puede reclamar la propiedad de los rios" cuando sobra el agua pero, de haber escasez, "dejaría de valer 0 y se terminaría la contaminación".

https://twitter.com/somoscorta/status/1697730771887255574

Lo transcribo: " Si tenemos algún problema de externalidades es porque tenemos mal definido el derecho de propiedad, o están mal diseñados los ejemplos. Por ejemplo `libro de microeconomía, entonces caso de externalidades: una empresa que contamina el río. ¿Y? ¿adónde está el daño? ¿dónde está el daño? lo que no está definido ahí es el derecho de propiedad. Esa empresa puede contaminar del río todo lo que quiera ¿saben por qué? por que hay algo que no--- y como hacen equilibrio parcial no ven el problema de equilibrio general y es que sobra el agua. Esa es una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua cuánto es: cero, Consecuentemente ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? nadie, porque no puede ganar plata. ¿Qué creen que va a pasar si el agua empieza a escasear? Eso deja de valer cero y entonces ahora yo tengo un negocio. Ahí se va - alguien se va a ocupar de - de apropiarse de ese río y ahí va a haber derecho de propiedad y ahí van a ver cómo --- se termina la contaminación y determinarán negociando - la calidad del agua y demás con la otra empresa y le buscarán la forma, pero lo van a resolver. Pero lo que quiero decir es que hasta los ejemplos están mal construidos, y es peor, porque hasta las soluciones que se proponen lo único que hacen es generar más daño."

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Francisco Marhuenda, ¿La primera víctima de una guerra es la verdad? (La Razón, 05-03-2022):

No hay duda de que es una pregunta tan inquietante como fascinante. Lo es desde tiempos inmemoriales. Es fácil adentrarse en la filosofía y la moral, pero no hay nada más inmoral y terrible que una guerra. A su lado llega el horror, las muertes, los heridos y la destrucción. Nada puede ser más irracional y contrario a lo que entendemos por humanidad. Es bueno recordar, como escribió Esquilo, que «nada sabe de calamidades quien no las ha tenido de enemigas». Las cómodas sociedades occidentales nada sabemos de los conflictos bélicos más allá de las informaciones e imágenes que damos a conocer los medios de comunicación. Unos pocos las han vivido de primera mano, porque son corresponsales de guerra, militares, sanitarios, diplomáticos, colaboradores de ONGs, religiosos… El resto, simplemente, recibimos la información, más o menos veraz, y nos sentimos sobrecogidos desde la cómoda distancia de los salones de nuestras casas. La utilización de la propaganda y la mentira, que no tienen porqué ser lo mismo, son un claro e importante instrumento militar desde hace muchos siglos. En los tiempos de la globalización han adquirido un papel todavía más decisivo, porque sirven para influir en la sensibilidad de las sociedades democráticas.

La Unión Soviética y la Alemania de Hitler coincidieron en su extraordinaria capacidad propagandística. No se puede cuestionar el talento, desgraciadamente, que mostraron y que sirvió para defender su monstruoso comportamiento. Por supuesto, la publicidad, con sus edulcorados mensajes y su apelación al patriotismo, fue algo que hicieron los aliados en las dos guerras mundiales. En la Primera fue básicamente la prensa, mientras que en la Segunda se incorporaron la radio y el cine. Con la Guerra Fría se utilizó la televisión y en la actualidad tenemos los medios digitales que son fascinantes autopistas de la información y la desinformación. La avalancha de noticias es tan impresionante como abrumadora, hasta el extremo de que resulta difícil discernir dónde se encuentra la verdad. Es un concepto tan amplio e interpretable, que es difícil saber cuándo es indudable, clara y sin tergiversaciones. Todo el mundo tiene su verdad. Por eso, es la primera víctima de una guerra.

La agresión rusa contra Ucrania ha quedado consagrada como una verdad incuestionable, donde un país soberano es invadido por un dictador que actúa de forma irracional y que está dispuesto a provocar, incluso, una guerra nuclear. Nuestra lectura no puede ir más allá, salvo que alguien quiera asumir la condición de «amigo» de Putin y por tanto sufrir una campaña de desprestigio brutal. He de reconocer que la simplificación de las cuestiones complejas me produce una profunda irritación. Es cierto que, en estos tiempos, en los que reinan las redes sociales, es difícil analizar nada en profundidad, porque una noticia se ve sustituida rápidamente por la siguiente. Hemos asumido la cultura de la inmediatez y la superficialidad como algo normal, cuando es tan absurdo como irracional. Hace unas semanas estábamos sobrecogidos por la tragedia en Afganistán, pero hace mucho que ha desaparecido de nuestra agenda informativa. No nos importa lo que sucede en un país tan lejano. Ahora estamos ocupados con Ucrania y la solidaridad es inmensa, porque es la forma que tenemos de acallar nuestras frágiles conciencias. Es este caso, además, es una guerra que está en nuestras fronteras y podemos simplificar lo que sucede en el eje de buenos y malos.

La propaganda es un concepto muy antiguo que ha sido utilizado por naciones e instituciones al servicio de sus intereses. El uso de noticias falsas, que ahora se expanden con gran facilidad gracias a la proliferación de medios digitales, es muy útil en todos los terrenos, aunque sea una práctica deleznable. Todos los días somos bombardeados por comunicaciones persuasivas que nos animan a comprar productos y la información también lo es. La ficción, en series, novelas y películas, también resulta muy eficaz para establecer ideas o estereotipos políticos... La política española está llena de manipulaciones y mentiras que son aceptadas, porque es lo que mucha gente espera oír. No hay nada mejor para descalificar al adversario o movilizar a tus seguidores.

Rusia ha perdido la guerra de la propaganda, aunque finalmente derrote a Ucrania. Los europeos, incluidos los estadounidenses que forman parte de ese concepto amplio que podemos denominar civilización europea, somos los que más países hemos invadido a lo largo de la Historia de la Humanidad. Estados Unidos es una gran democracia, pero lo ha hecho siempre que le ha convenido e, incluso, su origen está en la invasión de un territorio que no era británico, español, francés u holandés, sino de una población indígena que fue brutalmente masacrada. Por supuesto, invadimos América, África, Asia y Oceanía en nombre, sobre todo, de la codicia, que es uno de los motores que nos inspiran. La excusa siempre ha sido que teníamos que civilizar, aunque nunca preguntamos si sus habitantes querían ser civilizados. La actuación de Putin no tiene ninguna justificación. Es bueno aclararlo, porque empezó con Crimea y ha seguido, finalmente, con el resto de Ucrania. Ni siquiera se ha molestado en utilizar la propaganda, la guerra psicológica o la desinformación, como era habitual en la URSS. Ha actuado con la misma lógica que se aplicó en las invasiones de Hungría, para acabar con la Revolución de 1956, o de Checoslovaquia, el 20 de agosto de 1968 para aplastar la Primavera de Praga. El objetivo era reponer el poder comunista tal como quería Moscú y aplastar la libertad. Ahora sucede lo mismo.

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Es una historia que nos debería advertir de los riesgos en los que están inmersas nuestras sociedades, que tendría que funcionar como señal de alarma en tiempos de enfrentamiento geopolítico y de la que se deberían extraer lecciones morales. La narra el periodista del 'New York Times' David Gelles en un reciente libro, 'The Man who Broke Capitalism', en el que recorre el mandato de Jack Welch al frente de General Electric (GE), así como la herencia que dejó, tanto en el seno de la compañía como fuera de ella. Welch fue uno de los grandes innovadores en la gestión, y se convirtió en una referencia evidente de hacia dónde debía ir el capitalismo. Sus 20 años liderando GE, de 1981 a 2001, fueron enormemente influyentes, por los cambios que supusieron, por el éxito que obtuvo y por lo mucho que transformó el libro de estilo del gestor.
GE, antes de la llegada de Welch, era una compañía muy importante en los EEUU, no solo por su cuenta de resultados, sino por la influencia que tenían sus productos en la vida cotidiana. Como narra Gelles, las centrales eléctricas, las bombillas, las máquinas de rayos X, la tostadora, los lavavajillas, y tantos otros productos eran fabricados y mejorados por GE. La firma tuvo influencia en otros ámbitos, llegando a participar en las misiones Apolo. Era una de las grandes firmas norteamericanas, hasta el punto de que se hizo popular el dicho "según le va a GE, le va a EEUU".
Con la llegada de Welch, el foco de la innovación no se puso tanto en los productos como en la generación de dividendos: las ideas brillantes pasaron de lo físico y lo cotidiano hacia los juegos para aumentar los márgenes. Welch fue uno de los impulsores de los despidos, de las deslocalizaciones, de las externalizaciones, de las adquisiciones de otras compañías, de las subidas en bolsa, de las recompras de acciones y de la desindustrialización. El resultado fue muy satisfactorio para el prestigio y la remuneración del directivo, así como para los accionistas de la empresa, algunos de los cuales eran trabajadores de la misma. O, al menos, así fue durante un tiempo, porque el impulso efervescente a corto plazo fue nefasto a medio y largo. GE dejó de ser un gigante, y fue reduciendo su presencia y su tamaño, hasta terminar siendo dividida en tres firmas más pequeñas.
Las consecuencias de la gestión de Welch tardaron tiempo en producirse, porque si bien la compañía real estaba cada vez más débil (ya que no se estaba dedicando a fabricar, mejorar e inventar productos), la compañía ficticia estaba cada vez más fuerte, puesto que utilizaba nuevas fórmulas para sacar más partido al capital. Y dado que hemos vivido una etapa sistémica en la que las expectativas han tenido mucho más que poder que las realidades, a la empresa le fue bien: la acción estaba sólida, los números cuadraban y su CEO conservó durante la década de los 90 todo su prestigio.
Como todos los esquemas que funcionan al estilo Ponzi, hay un periodo de auge que se prolonga en la medida en que la sensación de éxito empuja al alza, pero en cuanto se percibe la desnudez, la debacle es inevitable. Eso no significa que no hubiera quienes se hicieran ricos, empezando por Welch y sus directivos, y algunos trabajadores de GE, a los que les fue bien por el camino, pero no en tanto trabajadores, sino en cuanto accionistas. En esa clase de modelos de negocio te va bien si te retiras del juego antes de que la realidad comience a asomar. Desde luego, Welch fue un buen jugador: él creó las condiciones, las consecuencias las pagaron otros. Por el camino dejó un reguero de directivos, algunos de los cuales habían trabajado para él, que copiaron sus fórmulas, con consecuencias muy negativas para el tejido industrial estadounidense, pero muy positivas para ellos.
Los efectos, sin embargo, fueron más allá del mal momento de una serie de compañías. En realidad, Jack no fue más que uno de los impulsores, quizá el que contó con mayor brillo mediático, de una nueva forma de gestión de la economía occidental que, como le pasó a GE, fue muy exitosa hasta que sus debilidades se dejaron de sentir de golpe. La crisis financiera de 2008 fue exactamente esto.
No hay que olvidar lo que supuso este tipo de gestión para la economía cotidiana. El número de trabajos en buenas condiciones se redujo, la industria local se contrajo, las pequeñas y medianas empresas tuvieron que ajustar mucho sus márgenes para sobrevivir. El resultado fue que clases medias y las trabajadoras se empobrecieron, fruto del deterioro sistemático de los ingresos provenientes del trabajo. Pareció no importar demasiado en la medida en que el crédito fácil fue supliendo la falta de recursos, hasta que llegó la crisis de 2008. Si EEUU era un país fragmentado entonces, en la última década las divisiones del país, en lo político, en lo territorial, en lo económico y en lo cultural se hicieron mucho más profundas.
Europa siguió un camino similar, tanto en la debilidad interna como en los efectos en sus clases medias y trabajadoras, y en la transformación política. La recesión de 2008 provocó que las grietas sistémicas apareciesen, y el covid y la crisis derivada de la guerra de Ucrania, con sus cambios geopolíticos, nos sumen en una situación muy complicada.
El paso del tiempo permite hacer balance respecto de la arquitectura económica que Welch y la gente como él pusieron en marcha, y no es precisamente positivo. En primera instancia, las recetas de Welch solo podían funcionar si las deslocalizaciones encontraban un lugar para relocalizarse: en alguna parte había que producir. China fue el lugar elegido, y se creó una relación especial. Mientras las empresas como GE y, por tanto, los accionistas de Wall Street, dependían de China para aumentar su margen de beneficios, Pekín fue creciendo gracias a todo lo que le aportamos (recursos, 'know how', tecnología, capital e influencia) y a una intención estratégica a la que no se prestó atención. Por decirlo de otro modo, esa actitud de 'coge el dinero y corre' es responsable de buena parte de las tensiones geopolíticas actuales y del desafío chino a la hegemonía estadounidense. Al mismo tiempo, la economía de la mayoría de la gente, de las clases medias y trabajadoras occidentales, se vio empobrecida, porque los trabajos bien pagados menguaron, se impulsó una economía de contenedor con salarios bajos, las pequeñas y medianas empresas lo tuvieron mucho más difícil y los costes de los bienes necesarios para la subsistencia aumentaron. Todo esto derivó en lógicas tensiones políticas. El descontento generalizado y la ausencia de futuro generaron un malestar intenso que ha sido canalizado de diferentes maneras.
En tercer lugar, el covid-19 hizo patente que EEUU, como el resto de Occidente, carecía de muchos de los bienes de primera necesidad que hacían falta en una situación grave. Cuando eran precisos, estaban lejos, eran escasos y caros. Aquella convicción en el 'just in time' y en los precios baratos que traía la globalización desapareció de golpe. Se explicó como un desajuste causado por un acontecimiento excepcional, como era la pandemia, pero después llegaron los aumentos de los precios de combustible y la escasez de productos, ya que la salida de la crisis del covid habían disparado la demanda, y más tarde estalló la guerra de Ucrania. La ficción eufórica de la globalización es difícil de mantener cuando la inflación es elevada y se anuncian tiempos difíciles, y todo ello tiene mucho que ver con esa dependencia exterior de Occidente, ya que buena parte de las materias y de los bienes que necesita diariamente están en manos de terceros países, no siempre amistosos.
En ese escenario, no solo tenemos problemas externos, y la guerra de Ucrania lo ha subrayado, sino que fabricamos nuestros propios palos para las ruedas. Y provienen del mismo lugar que alentó a los Welch de este mundo. Muchas de nuestras dificultades presentes parten de esta teórica orientación hacia el accionista que no consistía más que en una forma de parasitismo que consumía las compañías productivas en las que se implantaba, así como el tejido social y económico dependiente de ellas. Una vez que una empresa se agotaba, se saltaba a la siguiente, y el ciclo seguía. Y cuando no era posible, y los riesgos se convertían en sistémicos, se recurría a los Bancos Centrales. En los últimos años, tanto el BCE como la Reserva Federal han respaldado a los mercados financieros, tras la crisis de 2008 y con la del covid, reduciendo las tasas de interés a mínimos históricos y gastando cantidades ingentes de dinero en bonos del Tesoro, bonos hipotecarios y bonos de empresas cotizadas (lo que infló aún más el mercado, no hay más que ver los resultados de las firmas que cotizan en bolsa tras la pandemia). Ahora llega el momento del ajuste, y es cuando grandes empresas financieras están atacando a los Estados occidentales que las ayudaron: la apuesta de Bridgewater contra los bonos corporativos de EE. UU. y Europa por temor a la desaceleración es un buen ejemplo. Tras la época de celebración y de efervescencia, aparece la realidad, como le pasó a la General Electric de Welch, solo que ahora está ocurriendo en el plano sistémico. Occidente se enfrenta no solo a enemigos exteriores, sino a serias tensiones interiores en lo político, a una situación difícil en lo económico, a una ausencia de músculo industrial propio, a la escasez de energía (salvo en EEUU), y a una pobreza de pensamiento preocupante. Pero eso importa menos que el hecho de que no hemos terminado de aprender la lección y se persiste en las mismas ideas y en los mismos términos. Y así seguiremos hasta que la historia nos despierte de golpe.

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Son, en números redondos, los nacidos entre 1945 y 1965. Corresponden a los babyboomers estadounidenses, pero en nuestra casa tuvieron unas circunstancias históricas muy especiales que les acabaron beneficiando. Lo controlan todo: la política, los medios de comunicación, los sindicatos, las universidades, las industrias culturales. Acumulan un poder inaudito como nunca tuvo otro grupo.

Son la Generación de la Transición porque se encontraron con un cambio de régimen cuando eran jóvenes, ocuparon posiciones de responsabilidad y empezaron a hacer a su antojo sin oposición y otorgándose gran superioridad moral. El problema es que, pasados treinta años, siguen en el mismo sitio y se han convertido en la Generación Tapón que impide una renovación de ideas. No sólo eso, sino que han manipulado el sistema para protegerse a cambio de arruinar a sus hijos y nietos y han salvado la crisis mucho mejor que sus descendientes.

Hace poco oí como Josep María Terricabras mencionaba el caso de Joaquim Nadal, que fue alcalde de Girona con sólo 31 años, y que hoy esta situación sería imposible. Poco gente confiaría y yo añado que no podrían ascender dentro de la estructura partitocrática. Aquí tenéis, a cambio, la foto del nuevo gobierno noruego, constituido la semana pasada. ¿Notáis algo raro?

Efectivamente, parecen bastante jóvenes. De hecho, este es el porcentaje de ministros (o consejeros) de los gobiernos noruego, español y catalán por tramos de edad:

En los gobiernos catalán y español no hay nadie de menos de 40 años. En Noruega son 1 de cada 3. El ministro más veterano noruego tiene 57 años, en España más de un 40% superan los 60 años. De hecho, la media de edad de los gobiernos ha aumentado sin parar desde el inicio de la democracia (FUENTE: http://www.pmanglano.com/la-juventud-acumulada-de-los-politicos-espanoles/), desde los 41,6 años de media del primer gobierno González en 1982 hasta los 55,5 años de los ministros de Rajoy en 2012.

Si esto no es la gerontocrácia de la Generación T, ya me diréis.

Old Economy Steve (el Steve de la vieja economía) es un meme de Internet que se ha hecho popular en EE.UU. Steve se hizo adulto a mediados de los 70, viste una camisa azul de la época y nos recuerda la situación que se encontró cuando era joven: se puedo comprar un piso a los 22 años con solo un año de sueldo, encontró trabajo pese a no tener experiencia y, sobre todo, empezó su vida profesional sin miles de dólares en créditos de estudios. Este es un tema estrella en EE.UU., tratado en artículos como We must hate our children (Debemos de odiar a nuestros hijos).

En cambio en España no se habla de la brecha económica generacional, pese a que es aún más sangrante. Esta semana leía dos datos de cuando se suponía que la economía española era fantástica: en 2005 el 90% de los jóvenes entre 16 y 35 años tenía un contrato temporal y el 53% de los parados tenía menos de 35 años. En 2011, en plena caída, ya se publicaba que el 86% de los puestos de trabajo perdidos durante la crisis estaban previamente ocupados por personas entre 16 y 29 años (fuente).

¿Cómo llegamos a esta situación? Pues porque siempre que hubo una negociación laboral, desde los tiempos de Felipe González, se ha elegido mantener los derechos sociales de la gente más veterana y recortar los de los jóvenes, en vez de buscar un equilibrio. Todo con el aplauso de la izquierda y los sindicatos. Y de los trabajadores instalados, obvio, como se puede comprobar en las elecciones en muchas grandes empresas.

Por tanto, muchos jóvenes han sido expulsados del mercado laboral pese a estar, a menudo, mejor preparados y formados que los trabajadores mayores, solo porque estos últimos estaban blindados por leyes hechas por sus compañeros de generación. Id, por ejemplo, a las redacciones de los periódicos y lo comprobaréis (becarios aparte). O en los hospitales. El argumento siempre fue “hay que proteger a los trabajadores de más de 50 años puesto que les será difícil volver a encontrar trabajo”. Pero por cada veteranos de 50 para arriba que hemos salvado, ¿cuántos jóvenes de 30 para abajo hemos condenado a la precariedad y a no poder formar su vida adulta?

¿Y qué decir de las vergonzosas prejubilaciones que se hicieron en grandes empresas y bancos, donde se mandó a gente de 55 a casa con pensiones astronómicas que pagamos entre todos? ¿Y de la brutal especulación inmobiliaria que fomentó la Generación T, a gran escala y a escala doméstica, que arruinó a cientos de miles de jóvenes atrapados en hipotecas imposibles? ¿Y de las deudas que provocaron nuestros líderes y que habrá que pagar durante décadas?

La conclusión de todo esto es que ahora mismo el sueldo más frecuente es igual a la pensión media (fuente). Y cuidado, porque ahora pagamos pensiones a una generación anterior a la T que lo tuvo mucho más complicado para cotizar, pero cuando los de la T se jubilen en masa, la cifra media subirá. Así pues, el sistema nos ha llevado a pensionistas cobrando 2.000 euros al mes y a ingenieros de veintitantos con sueldos de 900.. ¿Alguien me explica cómo se sostiene esto?

De momento hemos visto cómo la Generación T lleva 30 años controlando la política, la economía y el discurso intelectual y mediático del país y ha mantenido unos privilegios a costa de arruinar a los más jóvenes. Ahora me toca hablar de los que venimos después.

Si seguimos la clasificación habitual, tras la T viene la Generación X, los nacidos entre 1965 y 1981, y que es la mía. Somos los que éramos demasiado pequeños durante la transición pero vivimos los sórdidos años 80, hicimos BUP y COU y luego inundamos las universidades porque ir a FP era de fracasados. Entramos en el mercado laboral en condiciones más precarias, pese a que teníamos la opción de prosperar poco a poco y disfrutamos de unos períodos de bonanza donde más o menos tejimos una red de contactos y nos pudimos colocar.

A nosotros la crisis nos ha afectado el presente, en función de la suerte y la trayectoria que hayamos tenido: qué estudiamos, donde encontramos trabajo (en la administración, en la construcción) y, sobre todo, si nos hipotecamos o no. Nuestra generación se encontró con una burbuja inmobiliaria y la brutal especulación justo cuando empezaba a formar familias y tener hijos y esto quiere decir que muchos compraron casas a precios hinchadísimos y con hipotecas a 30 años o más.

Además, los de la Generación X vamos tarde: a nuestra edad los de la Generación T ya eran ministros, directores de periódico y de escuela, profesores de universidad titulares, trabajadores fijos con muchos años cotizados, propietarios de su piso, padres veteranos. En muchas de estas situaciones nos es imposible prosperar por el tapón de los que nacieron antes y, encima, tenemos que tragar con que nos traten con condescendencia o nos miren por encima del hombro.

Dicho esto, peor lo tienen los más jóvenes, los millennials, los que entraron en el s. XXI siendo menores de edad y han crecido rodeados de nuevas tecnologías. Pese a ser descritos como “narcisistas perezosos y que sólo reclaman sus derechos” (en una célebre e infame portada de la revista TIME), son los que más sufrirán la crisis.

Los millennials se han visto afectados de pleno por el terremoto de la LOGSE y las guerras educativas, por la subida brutal de tasas universitarias, por el dumping social causado por la ola migratoria y por la reducción de plazas en la administración. Por primera vez en siglos, el nivel de estudios no será clave para su futuro, sino sólo ser el hijo de tener algún pariente veterano con influencias que les pueda garantizar una posición. En caso contrario, las pocas opciones pasan por aceptar contratos basura con sueldos miserables, convertirse en estudiantes perpetuos (o individuos improductivos) o intentarlo en el extranjero.

Las tendencias generacionales son comunes en todo el mundo occidental, pero son especialmente graves en España por su modelo de país. La dictadura de la Generación T se basa en la precariedad impuesta a los más jóvenes y está impidiendo que haya nuevas ideas, que se renueven las caras, que la sociedad pueda prosperar. Y lo que es peor: el control que tiene de los medios hace que no se hable de ello.

¿Crisis económica, política y de la banca? Sin duda. Pero lo que vivimos es especialmente una crisis generacional.

Después de los 'baby boomers' llegó la generación X (nacidos entre 1965 y 1979). Crecieron oyendo hablar de dispositivos electrónicos, pero la tecnología les resulta todavía algo ajeno. Luego tuvimos a la generación Y, los famosos 'millennials' (nacidos entre 1980 y 1993), caracterizados por un mayor uso y familiaridad con las comunicaciones, los medios de comunicación y las tecnologías digitales. Y finalmente vino la generación Z (nacidos entre 1994 y 2010). Sus miembros utilizan internet desde muy jóvenes y se sienten cómodos con la tecnología y el mundo digital.  Sin embargo, ninguna de estas generaciones será comparable a nivel digital con los Alfa, que, como contraparte, serán la primera a la que le serán ajenos muchos aspectos del mundo analógico.... [M]ientras que el resto de las generaciones todavía están aprendiendo a adaptarse a un mundo digital, estos niños representan "la primera generación digital".
 
Emilia Sánchez, No es país para adultos (El Periódico de España, 3 de noviembre de 2021)

Analía Plaza, Millennials' contra 'boomers': las pensiones desatan la gran batalla de nuestro tiempo - Los expertos afirman que subir las cotizaciones para pagar las pensiones de los mayores perjudica a los jóvenes - Distintas voces millennials cuestionan el actual sistema, mientras los boomers les acusan de no luchar como ellos (El Periódico de España, 13 de noviembre del 2021)

Yesurún Moreno, Sartre, Ana Iris Simón y cómo Cristo hace titubear al filósofo más ateo (Leer por leer, 12 de noviembre de 2021) [es un comentario de la obra de teatro de Sartre "Barioná, el hijo del trueno", navidad de 1940] [Vídeo del discurso de Ana Iris Simón en la Moncloa]


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Javier Cuartas, Crisis de suministros: un virus que deja a la economía global contra las cuerdas - La recuperación de la demanda global ha sido pujante e impetuosa, pero la oferta no está siendo capaz de secundarla a la misma velocidad y con la misma intensidad (El Periódico de España, 7 de noviembre del 2021)

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La bofetada de Will Smith en la ceremonia de los Oscar programa de La Base completo (1h 20') alocución de Pablo Iglesias (vídeo y texto)  alocución de Pablo Iglesias (en Facebook) (2') 29 de marzo de 2022

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SOBRE EL TIROTEO DEL COLEGIO DE TEXAS
https://theobjective.com/espana/2022-05-27/iglesias-espinosa-monteros-twitter-armas/
https://www.niusdiario.es/nacional/politica/20220526/pablo-iglesias-ivan-espinosa-monteros-vox-polemica-armas-matanza-texas_18_06545460.html
https://www.elespanol.com/social/20220526/rifirrafe-espinosa-monteros-pablo-iglesias-cuenta-cateto/675432655_0.html

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Japón vivió durante la segunda mitad del pasado siglo su propio milagro económico. En la década de los 60, era un país que estaba tratando de recuperarse de las consecuencias de la II Guerra Mundial. Tenían por delante un importante y ambicioso plan de reconstrucción y modernización. Y funciona. La inversión en industria y tecnología, junto con la disciplina y determinación de los ciudadanos nipones, da sus frutos, y catapultan a Japón a la categoría de potencia mundial.
La colaboración entre el Gobierno y el sector privado canaliza la inversión en sectores clave, como la industria pesada, la electrónica y la tecnología. Compañías como Toyota, Honda o Sony comienzan a despegar, y logran un reconocimiento internacional.
La capacidad del país para producir bienes de alta calidad, duraderos y de bajo costo les coloca en una posición privilegiada a nivel competitivo. Destacan, sobre todo, las exportaciones de productos electrónicos y automóviles. El éxito es arrollador. 
Fucking, el pueblo que se cambió el nombre porque no ganaban para letreros
Es en los años 80 cuando todo se desboca aún más, y la economía de la isla experimenta un crecimiento sin precedentes. El milagro japonés está en pleno apogeo. La economía alcanza tasas de expansión que superan los dos dígitos cada año, y se convierte en la segunda potencia del mundo, solo superada por la de Estados Unidos. Los más optimistas, que en Japón no eran pocos, especulaban con cuanto tiempo faltaba para convertirse en los líderes.
Durante aquella época, el superávit comercial nipón estuvo disparado. El dinero que entraba de forma masiva desde el extranjero, era empleado por las empresas, y sobre todo por los bancos, para adquirir tierras y acciones. Los precios de esos activos comenzaron a crecer a porcentajes astronómicos. De esta forma, el mercado inmobiliario hacía crecer el mercado de valores, y viceversa, creando un círculo vicioso infernal.
En este proceso endemoniado, las acciones de una empresa se revalorizaban a partir de sus propiedades inmobiliarias, y esa revalorización se empleaba para comprar más bienes inmuebles.
En esta espiral, cualquier dato económico de la época era salvaje. Entre 1955 y 1989, el valor inmobiliario de Japón se había multiplicado por 75, y equivalía al 20% de la riqueza mundial: unos 20 billones de dólares. En 1990, el valor de todas las propiedades de Tokio y su entorno metropolitano estaba al nivel de todas las propiedades de todo Estados Unidos. Solo el Palacio Imperial, si hubiera estado a la venta, tendría un valor equivalente al de todo el estado de California. Más ejemplo: los campos de golf tenían un valor superior a todas las empresas que cotizaban en la bolsa de Australia.
Al mismo tiempo, los índices bursátiles nipones vivían un fenómeno parecido, debido a esa interconexión que comentábamos que existía entre los valores inmobiliarios y las acciones de las empresas. Así, el valor de las cotizadas japonesas se multiplicó por 100 entre 1955 y 1990. A comienzos de ese año, la capitalización de la bolsa japonesa superó a la de Estados Unidos.
A pesar del crecimiento, y de la sensación de euforia, que habría que matizar, porque en realidad era mucha la gente que sufría las consecuencias de esta situación económica sin beneficiarse de sus ventajas, había importantes nubarrones en el horizonte. Estaban subidos a una burbuja, que no iba a tardar en estallar. A finales de la década de los 80, empiezan a verse los primeros síntomas de agotamiento.
El banco central, muy criticado a posteriori por su papel, decide subir los tipos de interés, para evitar que la inflación se dispare, y ante el temor a las consecuencias de la depreciación del yen frente al dólar. En esa época, en concreto en 1988, cuando la sensación generalizada era que el precio de la vivienda nunca iba a caer, que la prosperidad sería eterna... los precios de los activos inmobiliarias empiezan a reducirse en algunas zonas de la capital del país. Era la primera señal. Cada año eran más las ciudades en las que los precios se estancaban, o en el peor de los casos, caían. El colapso definitivo llegó en 1990.
Inversores y propietarios se dieron cuenta de que los precios eran insostenibles. Particulares y empresas, que había pedido préstamos para comprar activos inmobiliarios, se encontraron con que sus propiedades valían menos de lo que debían. Esto se tradujo en una crisis financiera, ya que muchas empresas no podían cumplir con sus obligaciones.
Ese círculo vicioso entre acciones y mercado inmobiliario provocó que la bolsa de valores, esa que había llegado a igualar en capitalización a la de Estados Unidos, se hundiera. Los precios de los títulos se hundieron. El Nikkei, el índice de referencia, perdió un 63% de su valor en dos años. Con los bienes inmuebles actuando como garantía de las acciones, el sistema financiero entró en una grave crisis. Se esfumaron billones de dólares.
La burbuja había estallado. Y las consecuencias fueron terribles para Japón. Por un lado, la explosión del precio de los activos tuvo un fuerte impacto en la economía. Los precios se redujeron en todo el país, sobre todo en las grandes ciudades, y en los distritos financieros. En algunos casos, los precios no volvieron a alcanzar los niveles de 1990 hasta 2007.
La crisis también destapó un alto nivel de corrupción en todo el país, presente en todas las capas de la sociedad, desde funcionarios, personas particulares, empresas e incluso miembros del Gobierno. Sobornos, tráfico de información, manipulación del precio de las acciones, fraude... Habían tocado todos los palos.
Una caída de esta magnitud también tuvo consecuencias para los hogares, ya que se tradujo en una fuerte caída de los ingresos reales, lo que provocó a su vez una reducción del consumo directo y la inversión. Esto provocó una larga etapa de deflación, como nunca se había visto en la historia reciente.
Para las empresas también tuvo consecuencias terribles. Con unos niveles de endeudamiento terribles, fueron incapaces de dedicar ni un solo yen a la inversión. El Gobierno apoyó artificialmente a muchas compañías en dificultades, incapaces de sobrevivir por sí mismas, pero que a su vez hacía muy complicado competir a las empresas eficientes. Estas compañías zombies, como se conoció a las que estaban rescatadas por el sector público, supusieron un lastre para los beneficios de las empresas competitivas, deprimieron la creación de empleo, redujeron la productividad y desalentaron inversiones.
Los años 90 se conocieron como la década perdida en Japón, debido al efecto del colapso de la burbuja. Esta década perdida se convirtió finalmente en los 20 años perdidos. Un período de exuberancia y caos, de auge y caída, que dejó una marca indeleble en la historia económica y en la mentalidad de Japón.

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Esta imagen fue la portada de este blog hace unos años. Fuente: 20minutos
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Ampliaciones de la OTAN (Fuente: Wikipedia)

Fuente: Abel Gil, El pulso entre la Otan y Rusia, en El Orden Mundial (2018). La línea roja que cruza Ucrania es el trazado del río Dnieper. La zona coloreada en Ucrania se identifica por razones lingüísticas (predominio rusohablante) y coincide a grandes rasgos con la ofensiva rusa al comienzo de la guerra en 2022.


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El conflicto por el Alto Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán no solo es una disputa entre dos países, sino que se puede leer en clave regional. (Abel Gil, El Orden Mundial, 6 de octubre de 2020).

https://www.epe.es/es/internacional/20230930/rendicion-karabaj-azerbaiyan-corredor-zangezur-armenia-92722592
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GUERRA DE UCRANIA

Mapas y gráficos de la situación de la guerra en Ucrania, en epdata

El origen de los países fantasma que acosan a Kiev y justifican la ofensiva final del Donbass - En 2014, tras el Euromaidán, Donetsk y Lugansk se declararon independientes; desde entonces, han recibido ayuda rusa soterrada para combatir contra el gobierno de Kiev (Manuel Villatoro en ABC, 25/04/2022):
Vladimir Putin , el zar del siglo XXI, ha movido ficha. Después de extender sus líneas lejos de la frontera rusa y avanzar como una exhalación hacia Kiev por el norte de Ucrania, ha plegado velas y dirigido sus fuerzas contra el Donbass. Habla de ataque de distracción y afirma que pretende proteger las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk , el centro de sus desvelos. Mucho se ha escrito durante este mes de guerra de estos territorios; dos regiones en conflicto con Kiev desde hace ocho años y nacidas al calor del Euromaidán que sacudió el oeste de la zona. Un par de países fantasma que, sobre el papel, se dicen repúblicas populares.

Euromaidán
La crisis que divide a Ucrania en dos empezó a alumbrarse a finales de 2013. El 21 de noviembre de ese mismo año, la antigua República Socialista (o más bien su presidente, Víktor Yanukóvich ) destruyó los puentes tendidos con Occidente al rechazar la firma del Acuerdo de Asociación entre su país y la Unión Europea. Con esta decisión se esfumaron también las esperanzas de que la región se alejase de Rusia. De hecho, en la práctica suponía que se arrojaba a los brazos de su líder, Vladimir Putin.


A partir de entonces, los hechos se sucedieron a una velocidad de vértigo. El 22, lejos de calmar la situación, el gobierno de Kiev cargó de forma frontal contra el Fondo Monetario Internacional y le hizo responsable de la decisión tomada por haberles prometido una ayuda económica nimia para su modernización. «Nos ofrecen una miseria», afirmó Yanukóvich. El ejecutivo creía que el pasado soviético del país movilizaría a la población en contra de las potencias que habían obtenido la victoria en la Guerra Fría .

Pero no fue así. Entre el 24 y el 25 de noviembre, pocas jornadas después del demoledor anuncio, una multitud de 100.000 europeístas bloqueó el centro de la capital. El lema del nuevo movimiento, conocido a la postre como la revolución del Euromaidán, era claro: « Ucrania es Europa ». Como colofón, derribaron una de las estatuas de Vladimir Lenin al calor de la bandera con las doce estrellas de la UE. La icónica Plaza de la Independencia de la ciudad se convirtió en su centro neurálgico, el lugar desde el que presionar a un gobierno que, superado, recurrió primero al encarcelamiento masivo de opositores y, poco después, se vio obligado a amnistiar a muchos de ellos para relajar la tensión local e internacional.
La calma duró un suspiro. El 18 de febrero de 2014 los disturbios se recrudecieron y las fuerzas de seguridad enviadas por Yanukóvich (de tendencia prorrusa) cargaron contra los hombres, mujeres y niños organizados en Kiev. El 20, con la tensión por las nubes, se vivió uno de los días más negros del país cuando grupos aislados de francotiradores dispararon, principalmente, sobre manifestantes y acabaron con la vida de medio centenar de ellos.

Mientras se sucedía el baño de sangre, Occidente y Putin hicieron sus particulares acercamientos, respectivamente, hacia los ciudadanos ucranianos más proclives a la europeización, ubicados en torno a Kiev, y a unirse a Rusia, situados al este del país. Europa brindó su apoyo, desde el principio, a los manifestantes. El Kremlin, por su parte, aprobó ayudas económicas a la región para ganarse el favor de los prorrusos. Pero, para entonces, la semilla del Euromaidán ya había florecido y el movimiento se había extendido a otras tantas ciudades. En una rápida sucesión de acontecimientos, y en mitad del caos, los revolucionarios tomaron las sedes del Gobierno y del Parlamento ante la neutralidad de unas sobrepasadas autoridades.

El presidente no aguantó la presión y escapó de su residencia, que fue asaltada y vejada poco después. Con su líder huido, los políticos locales eligieron como su sucesor al opositor Alexander Turchínov . El golpe fue severo para Rusia, desde donde se afirmó a toda velocidad que Yanukóvich era «el único poder legítimo». Por el contrario, Bruselas celebró la decisión. La revolución había ganado el primer asalto.

Cruenta guerra civil
Sin embargo, el discurso repetido desde el este cuajó en algunas de las regiones de Ucrania más favorables a Putin. Una de las zonas en las que fue recibido con los brazos abiertos fue en la península de Crimea, la misma que fuera entregada por Nikita Kruschev al país en 1954. El 26, una manifestación multitudinaria que clamaba por adherirse de nuevo a sus vecinos tomó las calles y, el 1 de marzo, las autoridades locales, de tendencia prorrusa, solicitaron la ayuda de Moscú para el mantenimiento de la paz. En los días siguientes las concentraciones se generalizaron.

El Kremlin intensificó entonces el envío de tropas hasta la región en lo que llamó la « ayuda a Crimea », un movimiento iniciado en febrero de forma oculta y que los miembros del G7 y otros tantos organismos consideraron una ocupación. «Rusia debe poner fin a sus actividades militares y a sus amenazas», sentenciaron desde la OTAN. De poco sirvieron las palabras, como bien demuestra el que, el 11 de marzo, el Parlamento regional aprobase su declaración de independencia y se desligara del gobierno de Turchínov. Cinco jornadas después se celebró un referéndum en el que el 96% de los que acudieron a las urnas votó a favor de formar parte de Rusia.

Como en el caso del Euromaidán, la decisión de Crimea fue un ejemplo para otras tantas regiones de Ucrania ubicadas al este de Kiev. Zonas con una mayoría de ciudadanos rusoparlantes que deseaban su anexión a Moscú y que habían sido testigos de la imposibilidad del gobierno interino para evitar la ocupación orquestada desde el Kremlin. Así, entre el 6 y el 13 de abril de 2014, cuando ya se había confirmado desde el nuevo ejecutivo que se celebrarían elecciones en mayo, los manifestantes prorrusos tomaron los óblast de Donetsk , Lugansk , Odessa , Jerson , Dnipropetrovsk , Zaporizhia y Járkiv . Una revolución acababa de alzarse contra otra.

La reacción del gobierno fue similar a la de su predecesor: organizar una operación antiterrorista contra unas milicias que, en sus palabras, Putin apoyaba con hombres, dinero y armas. En aquella primera batalla fueron aplastados la mayor parte de las revueltas. Solo dos zonas, Donetsk y Luhansk , resistieron el envite y se convirtieron en repúblicas populares tras sendos referéndums.

Desde entonces el país vive una verdadera guerra civil en la región de Donbass, ubicada al este del río Donets . Una cruenta contienda que enfrenta a los partidarios del gobierno de Kiev, hoy dirigido por Volodímir Zelenski como sucesor de Petró Poroshenko , electo en 2014, y a las repúblicas populares prorrusas de Donetsk y Lugansk. El punto álgido de la misma se sucedió hasta 2015, cuando ambos contendientes firmaron un alto el fuego en Kiev que todavía perdura. Al menos sobre el papel, ya que, aunque se han detenido los recurrentes bombardeos enviados desde Ucrania y los derribos de aviones civiles por parte de las milicias opositoras, los movimientos de refugiados y los golpes de mano aislados siguen produciéndose.

A nivel local los números son dantescos: según la ONU, entre 2014 y 2019 ha habido que lamentar 10.300 muertos y cientos de miles de desplazados. Más de 14.000 hasta que Putin lanzó sus carros de combate contra la frontera ucraniana el pasado febrero. Desde el punto de vista internacional la situación no es mejor, pues las autodenominadas repúblicas populares se han convertido en un pequeño tablero de ajedrez que enfrente al Kremlin y a Occidente.

José María Faraldo Jarillo, El conflicto entre Rusia y Ucrania explicado con sencillez, The Conversation, 24 febrero 2022 

Jorge Dezcallar, Qui prodest? - Guerra en Ucrania (El Periódico de España, 7 de noviembre de 2022

¿Qué relación existe entre Ucrania y la ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell?
UN ALEGATO ANTIESTALINISTA - En 1947 refugiados ucranianos que escapaban de Stalin editaron una traducción a su lengua de la famosa obra con un nuevo prólogo del escritor inglés (La Vanguardia, 3 de marzo de 2023)

Mira Milosevich-Juaristi, Lecciones de la guerra en Ucrania: piedra, papel o tijera (Real Instituto Elcano, 03 Feb 2023):

Tema
¿Cuáles podrían ser las lecciones políticas, estratégicas e históricas de la guerra en Ucrania?

Resumen
La guerra en Ucrania pudo evitarse. El conflicto es la consecuencia de diferentes fracasos y expectativas no cumplidas y del fallo en el uso de los sistemas de gestión de crisis. No se pudo impedir un conflicto militar, que se debió, entre otros factores, a la ruptura del diálogo estratégico entre Rusia y EEUU.

La lección más importante de este conflicto, que se prevé largo, es que, si Rusia ganara y consiguiera cambiar las fronteras por la fuerza, nos obligaría a definir otros principios básicos de un nuevo orden internacional que sería más cómodo para las autocracias y para los enemigos de la democracia liberal. La guerra ofrece, además, otras lecciones históricas, políticas, económicas y estratégicas para los países occidentales, aunque, sin duda alguna, las más amargas serán para Rusia, dadas su derrota estratégica en Ucrania y la irreversible ruptura de Moscú con Washington y Bruselas.

La decisión de Alemania y EEUU de proporcionar a Ucrania los modernos carros de combate Leopard 2 y Abrams 1, respectivamente, no cambiarán quizá el curso de la guerra, pero son una contribución muy importante para la defensa del país invadido.

El envío de estos tanques supone un mensaje político a Rusia sobre la unidad y determinación de Occidente en su apoyo a Ucrania.

El conflicto es una guerra de desgaste y se prolongará por mucho tiempo, como un juego mortal de piedra, papel o tijera, dando lugar a un círculo cerrado, porque tanto Ucrania como Rusia consideran esta contienda como una cuestión de supervivencia.

Análisis
La guerra en Ucrania es la primera “triple” guerra en la historia europea: una guerra civil (entre el gobierno de Ucrania con una parte de su población de la región de Donbás); una guerra entre Rusia y Ucrania; y una proxy war (los países occidentales apoyan a Ucrania militar, política y económicamente, comparten la información de sus centros de Inteligencia, mientras Rusia, desde 2014, lo ha estado haciendo con la población pro-rusa en Crimea y en la región de Donbás).

La lección más obvia de la guerra provocada por la invasión de Ucrania es que pudo evitarse. La invasión rusa fue consecuencia del fracaso de Rusia a la hora de influir en Ucrania (ambición del Kremlin desde la desintegración de la Unión Soviética), y del fracaso de Ucrania y de sus aliados, al tratar de disuadir al Kremlin. También ha fallado el uso de los sistemas de gestión de crisis para evitar un conflicto militar.

La lección más importante de este conflicto es que, si Rusia ganara y consiguiera cambiar las fronteras por la fuerza, nos obligaría a definir otros principios en los que basar el orden internacional para un mundo más cómodo para las autocracias y los enemigos de la democracia liberal.

Algunas lecciones para Rusia
Las lecciones más decepcionantes para el Kremlin atañen a sus expectativas fallidas. Cabe destacar como más importantes que la UE no iba a ser capaz de aprobar por unanimidad sanciones contra Rusia, pero, sobre todo, que la dependencia energética del gas ruso frenaría cualquier acción política, como lo hizo en 2008 cuando Rusia invadió Georgia, o en 2014, cuando se anexionó Crimea. El colapso de los lazos energéticos con Europa supuso una decepción especialmente dolorosa para Moscú. Estos lazos, creados y nutridos por los líderes rusos incluso durante los tiempos de la Guerra Fría, eran percibidos como una garantía de relaciones estables con Europa (al contrario que las relaciones con EEUU). Además, el Kremlin se basó en la presunción de que en Europa no existía una alternativa comercial al suministro de gas ruso. Muchos en Moscú contaban con que el “arma energética” de Rusia, es decir, la posibilidad de cerrar “la espita del gas”, impediría que Europa rompiera del todo con el Kremlin. Esta expectativa también ha fracasado. Las decisiones de la UE al respecto –cortar las importaciones de petróleo y carbón rusos e imponer restricciones (que prescriben una prohibición gradual de las importaciones de gas)– pusieron fin a un vínculo material histórico entre Rusia y Europa. La destrucción del oleoducto Nord Stream 1 por de un acto de sabotaje cometido en septiembre de 2022, cuya autoría aún no está clara, encarnó el colapso de la interdependencia energética.

Tampoco se ha materializado la expectativa de que los actores económicos occidentales, actuando en defensa de sus propios intereses, mitigarían las consecuencias de los enfrentamientos geopolíticos.

Por el contrario, las reservas de divisas soberanas y activos comerciales privados han sido congelados, y Rusia, prácticamente, ha sido excluida de las transacciones financieras a realizar en monedas occidentales. Como resultado, aquella no sólo ha perdido la mitad de las reservas de su Banco Central, sino también el acceso a los mercados financieros de Occidente. La ruptura de los lazos económicos entre este último y Rusia supone un gravísimo problema para Moscú, toda vez que la UE ha sido su principal socio comercial en cuanto a inversiones y modernización tecnológica antes de febrero de 2022. Sustituirlo no será imposible, pero sí muy difícil.

El Kremlin consideró la desastrosa retirada de EEUU de Afganistán a lo largo de 2020 y 2021 como un síntoma de la debilidad de Washington y de su disposición a mantener la Pax Americana, contando además con su indiferencia hacia la suerte de Europa, a causa de su cada vez más prioritaria rivalidad con China. Sin embargo, Washington ha vuelto a demostrar que la frontera oriental de Europa constituye la primera línea de defensa de EEUU, tanto hoy como durante la Guerra Fría.

Otra de las expectativas no cumplidas del Kremlin es que la disuasión nuclear funcionaría como en tiempos de la Guerra Fría, imponiendo a EEUU y a la URSS un equilibrio del terror que les obligaría a resignarse a una coexistencia sin conflicto militar directo. A pesar de la apelación de varios políticos rusos al armamento nuclear, los occidentales lo consideran impensable, debido a las consecuencias suicidas de su uso, y dado que no garantizarían en absoluto la victoria de Moscú en Ucrania. Estas expectativas fallidas, unidas al desmentido de la más importante (que los ucranianos no iban a oponer resistencia a la invasión) han hundido la estrategia inicial de Putin y su entorno político-militar.

Además de estas expectativas fallidas, Moscú está decepcionada por la reacción de los países del espacio post-soviético. Sólo Bielorrusia se ha puesto de su lado y le está dando un apoyo real. Todos los demás aliados, así como sus socios de la Unión Económica Euroasiática, adoptaron una postura neutral. Desean así evitar el deterioro de sus relaciones con EEUU y Occidente y aprovechar el debilitamiento de la influencia de Rusia en la región para diversificar su política exterior y distanciarse de Moscú.

Por primera vez en su historia, Rusia no tiene aliados en Occidente.

Hay que reconocer, no obstante, que el intento, por parte de EEUU y la UE, de integrar a Rusia en las instituciones internacionales democráticas, tras el final de la Guerra Fría, fue una anomalía causada por el espejismo de un “fin de la Historia” más que por la voluntad de consolidar una relación pacífica duradera entre Occidente y Rusia. Esta formó parte del orden internacional cuando ayudó a Europa a derrotar a Napoleón y Hitler. Pero incluso entonces su relación no cesó de ser inestable y tormentosa, como lo demostraron la Guerra de Crimea (1853-1856) y la Guerra Fría. La mutación de Rusia, desde la coexistencia pacífica con Occidente dentro del orden mundial establecido en 1945, en un país belicoso que ambiciona destruir definitivamente aquel orden, pone de relieve un profundo resentimiento por la pérdida del imperio comunista que la ha convertido en un país revisionista y revanchista.

La condena de la invasión rusa a Ucrania ha sido unánime, aunque las democracias occidentales no hayan obtenido el ostracismo universal hacia el agresor. Los países del mal llamado “sur global” (un término utilizado en estudios post-coloniales que puede referirse tanto al tercer mundo como al conjunto de países en vías de desarrollo), que Rusia define como la “mayoría mundial” (los que han impuesto sanciones a Rusia representan sólo el 16% de la población del planeta, pero también el 61,2% del PIB mundial) han condenado la invasión rusa, pero no han impuesto sanciones económicas y financieras a Moscú. La “mayoría mundial” no es homogénea, los intereses de los Estados individuales divergen ampliamente y el volumen y la calidad de las relaciones con Rusia varían. Pero en general la “mayoría mundial” se ha convertido en el recurso más importante y valioso de la política exterior rusa.

La incapacidad de Rusia para resolver rápidamente los problemas de la “operación militar especial” ha reducido drásticamente las estimaciones del poder militar ruso en muchos países occidentales. Rusia ha sido humillada, pero no derrotada. Ha sido debilitada económicamente, pero no lo suficiente como para retirarse de la contienda. Las esperanzas de que el aislamiento de Rusia produjera un cambio de régimen y la desaparición de Putin no se han cumplido por varias razones: el Kremlin ejerce un férreo control de la población; sólo un 18% de la población rusa sufre graves problemas por las sanciones económicas; y la gran mayoría de los rusos percibe la guerra como un conflicto entre Occidente y Rusia, por lo que la aprobación de la gestión de Vladimir Putin sigue siendo alta.

Rusia ha sufrido una derrota estratégica en Ucrania. La “Doctrina Primakov” (Yevegeny Primakov fue primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Rusia entre 1996 y 1999, durante la presidencia de Boris Yeltsin) ha guiado la política exterior de Moscú desde 1996 con el objetivo de devolver a Rusia el estatus de gran potencia perdido. Para cumplir con tal propósito, Primakov sostenía que el mantenimiento de las “zonas de interés privilegiado” en el espacio post-soviético y el “triángulo estratégico” entre Rusia, China y la India, serían clave para ello, porque mermarían el poder de EEUU y posibilitarían un orden mundial multipolar. La guerra de Ucrania demuestra que Occidente ya no va a tolerar las ambiciones imperialistas rusas. Sin embargo, el “sur global” contempla esta guerra como un asunto europeo y no como una violación del orden internacional del que forman parte. La irreversible ruptura entre Occidente y Rusia le empuja estrechar los lazos con China y la India, países con los que no mantendrá una relación estratégica similar a la que tuvo con EEUU desde la Segunda Guerra Mundial, pero intentará reconstruir una estabilidad estratégica y continuar siendo un actor internacional.

Algunas lecciones para Occidente: la UE y EEUU
En el caso de Occidente, al comienzo de la guerra y debido a una sobrevaloración de las capacidades militares y estratégicas rusas, se dudaba de la idoneidad de Volodimir Zelensky para liderar una defensa eficiente de Ucrania, así como de las posibilidades que tenían los ucranianos de defenderse de un enemigo superior en número y armamento. Sin embargo, la extraordinaria voluntad ucraniana de victoria, unida a la decisiva ayuda económica y militar del Reino Unido, la UE y EEUU, ha sido fundamental para frustrar los objetivos de la llamada “operación militar especial” (derrocamiento del gobierno de Volodimir Zelensky, conquista del país, imposición de un gobierno títere afín a Moscú, y colapso del acercamiento ucraniano a la UE y a la Alianza Atlántica).

Esta voluntad de vencer no sólo ha unido al pueblo ucraniano, acelerando una construcción nacional semejante a las del siglo XIX, con “sangre y hierro”, sino que ha sido, además, el catalizador de un fortalecimiento inesperado de la relación transatlántica y de la unidad de los países democráticos.

Para Occidente, la lección principal es que la Alianza Atlántica sigue siendo el marco fundamental de seguridad y defensa de Europa, y que EEUU, con su liderazgo, ha sido clave en la respuesta del bloque transatlántico en su apoyo a Ucrania, lo que pone en entredicho la autonomía estratégica de la UE. Sin embargo, resultará más importante para el futuro europeo el desarrollo de un nuevo paradigma defensivo. Desde el final de la Guerra Fría, los países europeos se han centrado en operaciones de gestión de crisis en el extranjero. La mayor guerra en el continente desde el final de la Segunda Guerra Mundial está cambiando decisivamente este enfoque y exige centrarse en la defensa territorial y en construir un nuevo modelo de disuasión.

La ayuda militar a Ucrania, que ha rebasado todas las “líneas rojas” en el abastecimiento del armamento (Zelensky ya ha pedido los aviones F-16), demuestra que el nuevo modelo de disuasión comenzará por la propia Ucrania. En lugar de garantías del tipo del Artículo 5, la seguridad de la Ucrania de posguerra estará garantizada por potentes sistemas de armamento –especialmente blindados y de defensa antiaérea– junto a una economía fuerte y no corrupta y la pertenencia a la UE.

La ruptura de las relaciones económicas y energéticas entre Europa y Rusia ha marcado el final de la Ostpolitik, es decir, de la confianza en que las relaciones comerciales puedan y deban suavizar las relaciones políticas. A pesar de las dificultades y la subida de los precios de la energía, la UE ha sido capaz de mantener su unidad en el apoyo a Ucrania y de ir disminuyendo drásticamente su dependencia de los hidrocarburos rusos, aunque deberá probarlo en el invierno de 2023-2024, cuando la UE deje por completo de importar gas y petróleo ruso.

La destrucción de una parte del gasoducto Nord Stream 1 supuso la ruptura de las relaciones energéticas entre Rusia y Alemania. La decisión de Berlín de enviar los tanques Leopard 2 a Ucrania y permitir que todas las naciones que posean estos carros de combate hagan lo mismo, consuma su ruptura política con el Kremlin. Se trata de una escalada más política que militar, dado que el número de tanques prometidos, por ahora, es de 100, y que no significan un punto de inflexión en la guerra porque su éxito en el campo de batalla dependerá del entrenamiento de los soldados ucranianos para manejarlos y mantenerlos, pero, además y sobre todo, de la combinación con otras armas: vehículos blindados de combate de infantería, artillería autopropulsada, y sistemas de defensa aérea y guerra electrónica.

Es un terremoto geopolítico para Alemania (y la UE), que indica que el centro del poder y la estabilidad en Europa no se basará en el (des)equilibrio entre Rusia y Alemania, como lo fue durante el siglo XX, sino en el creciente poder de los Países Bálticos y Polonia respaldados por EEUU y el Reino Unido. Las relaciones ruso-alemanas, que se basaron en la reconciliación entre Rusia y la URSS tras la Segunda Guerra Mundial y en el papel que desempeñó la Unión Soviética en la reunificación de Alemania después de la Guerra Fría, están rotas y difícilmente volverán a ser como entonces. Alemania debe reinventarse y adaptarse, ya que el “modelo alemán” ha tocado a su fin: se acabó la compra de energía rusa barata para su industria de exportación, con bajo nivel de gasto militar a consecuencia de las limitaciones impuestas por su pasado Nazi. Por mucho que la ruptura entre Rusia y Alemania implique una mayor independencia de la UE respecto de Moscú, la perdida de fuerza del “motor económico” de la UE no traerá nada bueno a los europeos.

Algunas lecciones históricas
Entre las lecciones históricas, cabe destacar que no ha habido un fin de la Historia, ni siquiera en forma de un final de las ideologías. El auge de regímenes autoritarios y revisionistas como los de China, Rusia, Irán y Corea del Norte, entre otros, demuestra lo contrario. El final de la Guerra Fría no supuso el final de la rivalidad entre las grandes potencias. Tampoco se ha producido una desintegración pacífica de la Unión Soviética. Los conflictos armados han tardado en aparecer, pero son consecuencia del fracaso de convertir a Rusia en una nación-Estado desprovista de ambiciones imperiales.

Conclusiones
La guerra en Ucrania ha entrado en una fase de desgaste, y lo más probable es que se prolongue por mucho tiempo. Tanto Ucrania como Rusia lo consideran una cuestión de supervivencia: Ucrania, por motivos obvios; y Rusia, por temor a la desintegración del país y por la mera supervivencia del régimen. Ambos países consideran que pueden ganar la guerra. Los dos actores se preparan para una ofensiva en primavera.

Ucrania contará con un armamento occidental más moderno y eficiente. Rusia se prepara para compensar sus deficiencias con la superioridad numérica por lo que el Kremlin puede ordenar una nueva movilización.

Mientras Ucrania y los países occidentales no se ponen de acuerdo sobre qué significaría derrotar a Rusia (expulsarla de todo el territorio, incluida Crimea; volver a las fronteras previas a la invasión del 2022; recuperar todo excepto Crimea…), Moscú no contempla la derrota incondicional de Ucrania, sino el “éxito estratégico” que supondría la conquista de la región sudoriental del país invadido (ya que considera la parte occidental de Ucrania “lituano-polaca”).

La guerra se está convirtiendo en una variante mortal del juego piedra, papel o tijera. Como es sabido, se trata de un juego con las manos en el que existen tres elementos: la piedra (puño) que vence a la tijera (dedos anular y corazón en V) rompiéndola, pero la tijera vence al papel (palma extendida) cortándolo, y el papel vence a la piedra envolviéndola, dando lugar todo ello a un círculo cerrado. No habrá una victoria definitiva de ningún actor en la contienda. Muchos analistas consideran que, toda vez que ninguna parte está dispuesta a hacer concesiones territoriales, el final de la guerra en Ucrania será una división del país al estilo de las dos Coreas.


José Ángel López Jiménez, Año I de la invasión rusa a Ucrania: por qué el conflicto podría congelarse, The Conversation, 23 febrero 2023)

Se cumple el primer año desde el inicio de la agresión de Putin a Ucrania, dando continuidad –de una manera extremadamente violenta– al intervencionismo desarrollado desde el año 2014 tras el Euromaidán y la anexión ilegal de Crimea.

Las falacias argumentales en las que se envolvió el discurso del Kremlin para justificar una acción indefendible e inaceptable quedaron globalmente desacreditadas ante un uso ilegal de la fuerza armada y un atentado contra la integridad territorial de Ucrania.

La protección de la minoría rusa en el Donbás, que estaba siendo objeto de un genocidio por parte de las autoridades de Kiev, la desnazificación del Gobierno y de las fuerzas de seguridad ucraniana o el incumplimiento de los Acuerdos de Minsk I y II, alcanzados por ambas repúblicas en el marco negociador de la OSCE figuraban, entre otros, junto a la potencial adhesión de Ucrania a la OTAN.

El carácter neoimperialista de la acción conecta con dos elementos esenciales para la Rusia actual: el temor al contagio democrático y la imposibilidad de integrar a Ucrania en los proyectos regionales liderados por Moscú, la Unión Económica Euroasiática y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.

Evolución de la guerra
Desde el 24 de febrero del pasado año 2022 asistimos a un conflicto bélico marcado por el desastre humanitario, con un flujo de refugiados hacia diversos Estados europeos que supera en estas fechas los ocho millones de ciudadanos ucranianos, y a la destrucción sistemática de las infraestructuras energéticas y la devastación de la economía de Ucrania –con una caída del PIB superior al 30 %–.

Tras una ofensiva inicial generalizada, cuyo propósito parecía ser una rápida toma de Kiev, acompañada del derrocamiento del Gobierno de Zelenski (o su exilio), las fuerzas armadas rusas han ido retrocediendo hasta alcanzar una fase en el conflicto caracterizada por el estancamiento de las respectivas posiciones, coincidiendo con la campaña de invierno.

El apoyo militar occidental (Estados de la UE, Reino Unido y Estados Unidos –este último asciende a cerca de 30 000 millones de dólares–) ha permitido a Ucrania mantener el pulso ante un dubitativo Ejército ruso, cuantitativamente superior en efectivos humanos y equipamiento militar, pero que ha evidenciado notables carencias. Esto ha provocado sucesivos cambios en el mando de las operaciones, hasta acabar siendo dirigidas por el jefe del Estado Mayor, el general Guerásimov, autor de la doctrina militar sobre las guerras híbridas que lleva su nombre desde la publicación de su trabajo en el año 2013.

Errores de cálculo de Putin
Parece evidente que Putin ha cometido algunos errores de cálculo. El primero, la capacidad de resistencia de Kiev. El segundo, la reacción coordinada de una parte de la comunidad internacional, auxiliando a Ucrania y sancionando a Rusia.

En un tercer ámbito, ha conseguido con su agresión aquello que constituyó un argumento esencial en el ámbito de la seguridad de Moscú: la ampliación de la OTAN hasta las fronteras rusas con la adhesión de dos Estados tradicionalmente neutrales, como Suecia y Finlandia.

En último término ha provocado el efecto contrario al deseado en términos identitarios: ha reforzado la identidad étnico-cultural ucraniana del intento de absorción y dilución en la rusa, justificando una estatalidad independiente con la que Putin quería terminar.

La comisión de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad están siendo objeto de procesos de investigación. En la Corte Internacional de Justicia está en marcha una interesante maniobra ucraniana frente a la demanda presentada por Rusia en el marco de la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio. Excluida la posibilidad del crimen de agresión, parece poco probable la rendición de cuentas de Putin y de los jerarcas políticos y militares de su régimen ante la Corte Penal Internacional.

Escenarios de futuro
La evolución del conflicto sigue siendo incierta. Los pronósticos han errado sistemáticamente. Desde la caída inminente de Kiev durante los primeros días de la invasión hasta la retirada total de las tropas rusas –incluida Crimea– antes de finalizar el pasado año 2022, el escaso rigor y un mínimo de contención han estado muy presentes a la hora de reconocer la dificultad de conocer los auténticos objetivos mínimos irrenunciables de Putin en esta escalada militar.

Dos aspectos relevantes pueden coincidir en la previsible congelación del conflicto. El apoyo económico y militar occidental puede haber tocado techo por dos razones: el desgaste temporal y la pérdida de atención mediática al conflicto está afectando a las sociedades civiles que, cada vez más, van alejando el foco de interés de Ucrania. Además, los Estados implicados están bordeando la línea que separa el apoyo externo de la implicación directa en el conflicto.

Por parte del Kremlin, la opción de consolidar el control territorial de las regiones ocupadas para iniciar un proceso de negociación política-diplomática que prolongase indefinidamente la fragmentación territorial de Ucrania podría ser una opción menos costosa que el mantenimiento de la guerra. La instrumentalización de este tipo de herramienta ya le ha dado sus frutos en otros conflictos en el espacio postsoviético.

En un escenario parecido, las dificultades para que Ucrania se adhiriese a organizaciones regionales como la UE o la OTAN son muy notables. Por no mencionar el coste económico y temporal de una reconstrucción postbélica de la república, que se antoja muy compleja.

Las consecuencias domésticas para Moscú de una eventual derrota en su “operación especial” –pérdida territorial de lo conseguido en el año 2014– provocarían el final del régimen de Putin, lo que no necesariamente supondría un líder político alternativo más conciliador. Por ello, no parece un escenario muy factible ya que podría provocar actuaciones imprevisibles, desesperadas y radicales en el ámbito militar.

Fisuras del orden internacional liberal
En cualquier caso, parece que el orden internacional liberal imperante presenta notables fisuras y la fragmentación regional está ya presente. Apoyados en valores y principios propios (eurasianismo), potencias revisionistas del ordenamiento jurídico internacional como Rusia o China (con otros socios relevantes) han empezado a trazar sus propias agendas y alianzas estratégicas al margen del institucionalismo global.

La incipiente comunidad de autocracias cuenta, además, con una vocación expansionista que penetra en continentes como África. La protección global del derecho internacional humanitario, de los derechos humanos y el respeto del derecho internacional contemporáneo están claramente amenazados; la agresión a Ucrania lo evidencia plenamente.


Starlink permite a las Fuerzas Armadas de Ucrania comunicarse directamente por satélite, si el empresario no decide cortarles la conexión.
Cuando el periodista de la revistra The New Yorker - e hijo de Woody Allen y Mia Farrow - Ronan Farrow estaba trabajando en un artículo acerca de la influencia de Elon Musk en el aparato del Estado de EEUU, en especial en lo relativo a la Guerra de Ucrania, un portavoz del Departamento de Defensa de ese país le explicó que "hablaremos con usted si Elon quiere que hablemos".

Que el Estado de EEUU se pliegue sin condiciones a las condiciones de un empresario, por más rico que éste sea, es absolutamente excepcional. Pero ése es el poder que tiene el hombre más rico del mundo gracias a su empresa SpaceX de vuelos espaciales. SpaceX es la única vía que tiene la NASA para llevar material, víveres y astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS), y seguirá siéndolo durante al menos un año más, hasta que la agencia espacial estadounidense desarrolle sus propios cohetes.

Pero el poder de Musk en Ucrania procede sobre todo de una división de SpaceX - una empresa que hasta este año no ganó dinero nunca - llamada Starlink, que provee conexión a Internet directamente por satélite. En marzo de 2022, tras la invasión rusa de Ucrania, Musk ofreció Starlink a Ucrania gratis, aunque los detalles de la operación revelan que en realidad una parte de los costes corrieron a cargo de los contribuyentes estadounidenses, britanicos, polacos, y checos. La gran ventaja de Starlink es que ofrece unas antenas que permiten conectarse directamente a Internet a través de una red de 2.000 satélites de SpaceX, sin necesidad de usar las torres de transmisión que en suelen ser blanco de los ataques rusos. Esta semana, Apple ha llegado a un acuerdo para que las llamadas de emergencia de los iPhones se lleven a cabo por medio de Starlink.

Pero Starlink también dio a Musk lo que a éste le gusta más: poder. Las Fuerzas Armadas de Ucrania se convirtieron en rehenes del empresario, dado que sin Starlink no podían comunicarse. Y el empresario ha decidido que él va a ser quien autorice a los ucranianos a usar la red, lo que significa tanto como aprobar sus ofensivas.

El ejemplo más claro llega en la autobiografía de Musk escrita por Walter Isaaacson, ex presidente de Aspen Institute y autor de otros libros de éxito sobre figuras de Silicon Valley (Steve Jobs) o históricas (Leonardo da Vinci, Albert Einstein). En un capítulo del libro, publicado por el Washington Post, Isaacson narra cómo hace exactamente un año Musk cerró el acceso de Ucrania a Starlink cuando se enteró de que Kiev iba a lanzar un ataque con seis drones submarinos (UUV, por sus siglas en inglés) contra la flota rusa en el puerto de Sebastopol, en la Península de Crimea, en la parte de Ucrania que Moscú ocupa desde 2014. Musk, según Isaacson, "estaba en su típico modo muskiano héroe-drama", temiendo que un ataque a la flota rusa provocara una respuesta nuclear del régimen de Vladimir Putin. Ayer, jueves, Musk admitió en su red social X (antes llamada Twitter) que había rechazado la solicitud urgente del Gobierno de Volodimir Zelenski de abrir una conexión de Starlink con Crimea.

La decisión de Musk permitió a Putin salvar su flota, y retirarla de manera ordenada hacia el puerto de Novorosissk, en Rusia, donde ha estado desde entonces, con una actividad cada vez menor. El mes pasado, drones submarinos ucranianos dejaron fuera de combate el buque de desembarco ruso Olenegorsky Gornyak, que estaba siendo utilizado para llevar suministros a las regiones de Ucrania que Rusia aún ocupa, y a un petrolero. En abril había llevado a cabo un ataque con las mismas armas contra Sebastopol, aparentemente sin éxito.

El New Yorker también desvela que Musk interrumpió el servicio de Starlink a finales del año pasado para frenar la ofensiva ucraniana en el sur, probablemente en la región de Jersón. El resultado fue que los planes militares de Kiev quedaron desmantelados, y el ataque no pudo ser llevado a cabo.

Musk ha pasado de apoyar a Ucrania a simpatizar con Vladimir Putin. El empresario ha propuesto en X un atrabiliario plan de paz que consistiría en que Ucrania renunciara a la soberanía sobre Crimea el Donbás, esencialmente lo que quiere Putin después del desastre de su ofensiva sobre Kiev. En junio de 2022 también decidió súbitamente cancelar todo el servicio de Starlink a Ucrania alegando que costaba a la empresa 400 millones de dólares (373 millones de euros) anuales, una cantidad que él, con un patrimonio de 215.000 millones de euros, parece que no puede permitirse. Finalmente, Starlink y el Departamento de Defensa llegaron a un acuerdo sobre los costes de la operación. Empresas como Microsoft prestan ayuda a Ucrania de manera gratuita.

En general, Musk se ha alineado más y más con las tesis de Vladimir Putin, al igual que algunos de sus amigos multimillonarios de Silicon Valley, como el inversor David Sacks, un destacado defensor de la invasión. El dueño de Tesla, Starlink y X ha girado hacia posiciones cercanas a Vladimir Putin después de que uno de los diez hijos que tiene con cinco mujeres iniciara el proceso de cambio de sexo, anunciara que no quería tener más relación con su padre, y se declarara marxista. Musk culpó de las decisiones de su vástago "al adoctrinamiento marxista de las universidades".

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Martin Wolf, Trump y la guerra contra el orden mundial liberal (Financial Times/Expansión, 17 de junio de 2019):

La lucha por el poder entre grandes potencias nacionalistas que recelaban una de la otra había dado lugar a dos guerras mundiales devastadoras que habían dejado a Europa desecha. Ninguna idea racional de "interés" podía justificar este horrible desenlace. El mundo necesitaba una visión mucho más ilustrada de las relaciones internacionales que ésta.La nueva visión estaba compuesta de tres elementos esenciales. En primer lugar, después de haber sido sacado de su aislamiento por las dos guerras mundiales, EEUU se convertiría en el poder estabilizador. En segundo lugar, EEUU establecería alianzas eternas basadas en valores compartidos. Y por último, una serie de acuerdos internacionales, que al principio fueron fundamentalmente económicos y que luego se extendieron a áreas como el clima, darían lugar a una economía global predecible y liberal que tendría la capacidad de hacer frente a los desafíos globales. Los políticos estadounidenses creían que todo esto constituía una visión racional favorable a los intereses estadounidenses. Su ventaja consistía en aliarse con otros países para obtener resultados beneficiosos mediante medios novedosos e inteligentes. EEUU ha cometido grandes errores: sobre todo, ha confiado demasiado en la eficacia de las intervenciones en otros países, especialmente las militares. Sin embargo, en general, la Pax Americana ha sido un período de gran éxito. El resurgimiento del comercio mundial contribuyó a que hubiera una era de prosperidad mundial sin precedentes. Los éxitos políticos y económicos de Occidente le dieron la victoria sobre el comunismo soviético. A pesar del ascenso de China, EEUU y sus aliados aún disfrutan de un poder económico y militar preponderante. Según se dice en la Biblia del Rey Jacob, "surgió un nuevo rey en Egipto que no conocía a José". Ese rey ignorante es Trump, que no conoce a los estadounidenses que crearon el orden mundial en la posguerra. Da más importancia a las transacciones que a las alianzas, a los acuerdos bilaterales que a los multilaterales, a la imprevisibilidad que a la coherencia, al poder que a las reglas y a los intereses que a los ideales. Prefiere a dirigentes autoritarios como el chino Xi Jinping, el ruso Vladimir Putin e incluso el norcoreano Kim Jong Un que a los líderes de sus países aliados democráticos. En su opinión, el poder hace lo correcto. Algunas de las características llamativas del comportamiento de Trump son sus invenciones, su autocompasión y su intimidación: dice que otros países, entre ellos aliados históricos de EEUU, se "ríen de nosotros" por el clima o "nos engañan" en el comercio. Declara que la UE "se creó para aprovecharse de EEUU. Pero ya no. Esos días han terminado". Estas son afirmaciones absurdas. [...] Trump confunde deliberadamente el comercio con la seguridad nacional. Eso hace que sea mucho más difícil llegar a acuerdos y encontrar soluciones. Las actitudes de Trump hacia China y Europa ahora son las más importantes. Si EEUU rompe su compromiso con la OTAN o utiliza todo su poder para desarticular a la UE, la presión sobre esta última y el incentivo para que Rusia (o China) se inmiscuyan en ella podrían ser enormes: Europa podría unirse o podría romperse. Una vez más, Trump está decidido a hacer frente al ascenso de China. Aunque es posible que se obtengan ciertos progresos en asuntos comerciales, China no aceptará el objetivo mayor de Trump de frenar su ascenso. Por tanto, parece inevitable que las fricciones aumenten en el futuro. Por consiguiente, estamos en un momento histórico importante. Las bases del orden económico y de seguridad de la posguerra se están poniendo ahora en duda.


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'Licorice Pizza', la película de Paul Thomas Anderson ambientada en 1973 estrenada este año, presenta una imagen que puede sorprender al espectador contemporáneo: los vecinos de Los Ángeles buscando desesperadamente gasolina para sus coches, varados en mitad de la carretera. La película retrata con cierta nostalgia la convulsa realidad de la crisis del petróleo de mediados de década, tras la decisión de los países de la OPEP de embargar las exportaciones a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur. La gran crisis energética de la segunda mitad del siglo XX empujó a la creación de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para coordinar las políticas energéticas de los países miembros y a la adopción de medidas de restricción energética para enfrentarse a la escasez de petróleo. Cuando a principios de este año la propia AIE publicó un decálogo para recortar el consumo energético, muchas de esas medidas ya eran conocidas para los europeos de mayor edad, que vivieron la jornada semanal de tres días o los domingos sin coches. "La solución española a la crisis del petróleo es que el consumidor no sufriera" Pero no para todos: para los españoles, no. Nuestro país quedó al margen de las medidas de restricción energética, como explicaba Mar Rubio-Varas, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pública de Navarra. "La solución española a la crisis del petróleo fue que el consumidor final no sufriera. Estábamos empezando una Transición política con muchas incertidumbres. Cuando el sha de Persia anunció, a finales de 1973, que los estados del Golfo Pérsico doblarían los precios del petróleo, el presidente del Gobierno español, Carrero Blanco, acababa de ser asesinado en Madrid. La crisis del petróleo nos pilló enfrascados en otros asuntos". Mientras que el resto de países de la OCDE reducían su consumo, España dio la espalda a las restricciones. Es más, este se dispararía durante esos años. A pesar de campañas como las que llevó a cabo el Centro de Estudios de la Energía del Ministerio de Industria franquista, que presentaba eslóganes como "consuma electricidad/agua caliente/gas como si quedara poco" o "ahorre, aunque usted pueda pagarlo, España no puede", que calaron en el inconsciente colectivo, las decisiones políticas tardofranquistas fueron en una dirección muy diferente. La España franquista fue, como hoy comunidades rebeldes como Madrid, una excepción europea.

La Política Compensatoria, como se conocieron las medidas para paliar el aumento de precios del petróleo, hizo que el Estado asumiese parte de los impuestos para evitar que los precios se disparasen para las empresas y los consumidores. Lo que provocaron estas medidas fue un alto endeudamiento y el crecimiento del déficit de la balanza comercial. Como explica José Domingo Portero Lameiro, profesor de la Universidad de Cádiz, "la contracción económica que sufrieron los países de nuestro entorno provocó en España un descenso de los ingresos procedentes del turismo, así como de las exportaciones, dando lugar a un acusado déficit de la balanza comercial. A su vez, el declive de la actividad industrial europea paralizó el proceso migratorio español, y el retorno de estos extrabajadores contribuyó a aumentar el desempleo en nuestro país, que alcanzó una cota de 900.000 personas. También se incrementó la inflación, en tanto que muchas materias primas y productos manufacturados provenían del exterior a unos precios superiores a los tradicionales". Como señala en una investigación José María Lorca Alcalá, profesor de la UNED, la demanda de energía en España era alta, pero se obtenía a un precio barato, como ocurría con el gasoil (siete pesetas litro) o el fuel pesado, por debajo de los precios de Alemania, Francia o Italia. "La satisfacción con la que las autoridades españolas manejaban estas cifras es la consecuencia de que en nuestro país se permitiera un consumo excesivo de la energía, mientras en otros lugares de nuestro entorno se introdujeran ya por entonces elementos restrictivos sobre el despilfarro energético", explica. En Reino Unido se limitó a tres el número de días semanales de consumo eléctrico "España fue el único país que mantuvo una política económica expansiva", anunciaba 'El País' en 1976 sobre ese período. "Con base en unos estudios comparativos de las diferentes políticas económicas recientes en los países occidentales, España es el único que, a diferencia del resto, adoptó una política económica expansiva ante los efectos de la crisis energética". La situación fue muy diferente en el resto de Europa.

Reino Unido: ¿quién quiere una semana de tres días?
Una de las medidas más recordadas fue la implantación temporal de una semana laboral de tres días en Reino Unido, donde la crisis energética coincidió con la huelga de mineros y de trabajadores de la construcción. Debido a que Inglaterra dependía enormemente de sus reservas de carbón, el primer ministro conservador Edward Heath aprobó una serie de medidas a finales de 1973 que entraron en vigor el 1 de enero de 1974: se limitó a tres el número de días semanales de consumo eléctrico y se prohibieron las horas extra, con la excepción de servicios esenciales como los hospitales y los supermercados (y los periódicos). Además, las televisiones debían dejar de emitir a las diez y media de la noche.

Aunque memorable, la semana de tres días duró poco más de dos meses, hasta el 7 de marzo del mismo año, después de que el laborista Harold Wilson volviese al poder tras unas elecciones en las que el Partido Conservador perdió su mayoría parlamentaria. Algunos analistas energéticos como Paul Donovan han apostado por una versión moderna de esta semana de tres días. Como explica, "las oficinas son económica y medioambientalmente ineficientes". Por lo general, suelen permanecer abiertas durante gran parte del día, aunque estén medio vacías, con la calefacción, la luz o el aire acondicionado encendidos. La semana laboral de tres días no es una de las medidas que aparecen recogidas entre las últimas propuestas de la AIE, pero sí teletrabajar durante tres jornadas a la semana, lo que permitiría ahorrar alrededor de 500.000 barriles cada siete días.

Alemania: un domingo sin coches
Antes de las restricciones a la circulación para reducir las emisiones contaminantes, Centroeuropa ya ensayó una manera de reducir el consumo energético, limitando la circulación durante un día a la semana. Alemania Occidental, Países Bajos, Suiza y Dinamarca fueron los países que se inventaron su día sin coches durante 1973. En Países Bajos, por ejemplo, la medida duró desde noviembre de 1973 hasta comienzos del año siguiente.

Así lo contaba 'The New York Times': "Casi todas las gasolineras en Alemania Occidental están cerradas, ya que conducir está prohibido. La causa de esta situación inusual es la prohibición de conducir el domingo desde las tres de la madrugada hasta las tres de la madrugada del día siguiente a causa de la escasez de gasolina". Los berlineses del oeste salieron a la calle a "bailar, cantar, pasear o desplazarse en bicicleta por las calles vacías de tráfico". Como la historia rima, el texto también añadía que "no existe esta prohibición en Alemania del Este, que tiene menos automóviles y la mayor parte de su petróleo proviene de la Unión Soviética". Esta es una de las diez medidas que la AIE ha vuelto a solicitar en su informe, añadiendo que además permitiría disfrutar de un aire más limpio, menos polución sonora y una mejor seguridad vial. La descripción que los medios de Países Bajos hacían en 1973 era positiva: "La iniciativa del gobierno ha sido bienvenida, y no es difícil ver por qué. En el cruce de calles donde estuve esperando, el sonido de las ruedas de las bicicletas sustituyó al de los conductores furiosos que tocan sus bocinas y aceleran con impaciencia sus motores".

¡Oh la la, la energie!
Georges Pompidou, presidente francés entre 1969 y 1974, también tomó medidas para reducir el consumo energético en su país. Entre ellas se encontraba la que tanta controversia ha generado en España: la prohibición de encender los escaparates entre las diez de la noche y siete de la mañana. Además, se impuso un límite de velocidad ligeramente inferior al de la época (90 kilómetros por hora en carretera, 120 en autopista) y se forzó a que los programas de televisión terminasen a las once de la noche. La AIE también anima 50 años después a reducir en 10 kilómetros por hora la velocidad en las vías. Además, se animó a que la temperatura de la calefacción no superase los 20 grados. En 1974 se aprobó una ley que regulaba esta medida para colegios, edificios públicos, oficinas y edificios comerciales, y se redujo el límite a los 19 grados. Un eslogan muy recordado era: "En Francia no tenemos petróleo, pero sí ideas". Un buen resumen del otoño que pasaremos, con una puerta abierta a la esperanza: la mayoría de estas restricciones se retiraron en cuestión de meses.


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Antonio Elorza, El fin de una hegemonía (El País, 18 de noviembre de 2021):

Puesta en práctica por Atenas en el siglo de Pericles, la hegemonía fue uno de los legados políticos más fértiles de la Grecia clásica. En su origen, designaba la situación de poder en que una unidad política, sin un dominio absoluto sobre otra u otras, ejercía sobre ellas una triple preeminencia: a) como guía, esto es, de iniciativa en la acción exterior, su primer significado, b) de control de sus actuaciones y, en fin, c) de detracción directa o indirecta de recursos para la obtención de los fines perseguidos por su condición de hegemon. La definición encaja tanto para la Atenas de 430 a. C. como para el papel desempeñado por Estados Unidos en la OTAN hasta el fin de la guerra de A...

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Gema Tramullas, Los cambios sociales a la luz de las epidemias historicas (El Periódico, 12 de abril de 2020):

“Cada día se vio sanar a un gran número de personas que habían estado realmente enfermas. Entonces se hizo presente una temeraria valentía; la gente se despreocupó de sí misma y de la infección, hasta el extremo de no prestar a esta más atención que la que se concede a una fiebre cualquiera. […] La temeridad impidió que los decesos disminuyeran con la rapidez con que deberían haberlo hecho. […] El pueblo corría hacia el peligro, abandonando precauciones y cuidados, confiado en que la enfermedad no lo alcanzaría, o por lo menos no sería ya mortal”.
Este fragmento de la novela 'Diario del año de la peste', que Daniel Defoe (el autor de 'Robinson Crusoe') escribió sobre la plaga de peste bubónica que en 1665 asoló la ciudad de Londres, ilustra la necesidad de las personas de volver a la normalidad después de haber visto sacudida su forma de vida, como un muelle elástico que vuelve a su posición original tras aplicarle una fuerte presión. 
Tras revisar documentos históricos y testimonios literarios como el de Defoe, el sociólogo Pablo Santoro, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, admite que ya no tiene tan claro que las relaciones sociales vayan a sufrir cambios radicales, al menos tal y como podríamos preverlos hoy: “Ahora estamos en el vórtice del momento, pensando en posibles cambios que podrían tener un alcance histórico, pero a lo mejor no cambian tanto las cosas”, afirma con prudencia.
Santoro pone como ejemplo la crisis financiera de 2008: “Durante dos meses se pensó que se iba  refundar el capitalismo y lo que pasó fue lo contrario de lo que se esperaba.  En la sociología de los procesos históricos existe el concepto de 'consecuencias no intencionales' de la acción humana. A menudo, pensamos y actuamos para que cambien determinados aspectos de lo social y al final lo que cambia es otra cosa que nadie esperaba”.
Tanto la gestión política como la reacción social en la crisis del coronavirus guarda asombrosas similitudes con pandemias históricas como la peste del siglo XIV o la gripe de 1918, pero hay una gran diferencia: las tecnologías de la comunicación. La expansión del virus ha desbordado el sistema sanitario y la economía, pero en cambio la tecnología no solo ha resistido, sino que el contexto ha acelerado un proceso que ya estaba en marcha y que tiene efectos directos sobre las conductas sociales. El confinamiento del siglo XXI es físico, pero la ciudadanía (o gran parte de ella) ha podido seguir relacionándose y trabajando en línea.
Según se ha publicado en la revista norteamericana The Atlantic, la cuarentena de la pandemia de gripe de 1918, que causó entre 50 y 100 millones de muertos, se sufrió mayoritariamente en privado: “Ante la imposibilidad de apoyarse en los vecinos y los amigos, la gente experimentó la crisis en la soledad de sus casas, con las ventanas cerradas […] En algunos casos, estos sentimientos individuales erosionaron los fuertes lazos comunitarios”. Según esta publicación, cuando la enfermedad dejó de extenderse “la atención pública viró rápidamente hacia la primera guerra mundial, socavando los rituales catárticos que las sociedades necesitan para superar los traumas colectivos”.
Si en 1918, la población más afectada fueros los jóvenes y adultos, la mano de obra que alimentaba el capitalismo a base de dejarse la salud en las fábricas, en 2020 las víctimas han sido sobre todo las personas mayores, improductivas para el sistema. Muchas residencias y centros sociosanitarios de gestión opaca se han convertido en caldo de cultivo de un virus oportunista.
“Todas las epidemias sacan a la luz las insuficiencias del sistema social --afirma Jorge Molero-Mesa, coordinador de la Unitat d’Història de la Medicina de la Universitat Autònoma de Barcelona--. En la Edad Media no se entiende la caída del sistema feudal si no es por la epidemia de la peste, que favoreció que todos los recursos estuvieran en pocas manos, y en el siglo XIX la epidemia de cólera sacó a la luz la desigualdad social que genera el sistema capitalista porque se dieron cuenta de que mataba básicamente a los pobres”.
Tras la debacle de 1918, en España se diseñó un plan de reformas socioeconómicas y sanitarias que solo se ejecutó parcialmente. Si se consiguieron algunas mejoras, en cuanto al retiro obrero o la jornada laboral, fue gracias a la movilización popular sostenida. El tiempo dirá si la durísima experiencia del coronavirus permanece en la memoria lo suficiente para forzar profundas mejoras sociales o si la atención pública será derivada hacia un nuevo foco y esta crisis pasará a ser otra muesca en la historia de la civilización.

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La nueva era del comercio mundial ya tiene nombre: el FMI bautiza y explica la quinta etapa de la globalización - El FMI asegura que el comercio global entra en una era llamada 'slowbalization' - El proceso globalizador dio comienzo en 1870 y ha sufrido cinc fases - La nueva era se caracteriza por la regionalización, la seguridad y la cercanía (Vicente Nieves, El Economista, 13/02/2023)


Jesús Fernández-Villaverde, La industria de los semiconductores y el futuro de la economía mundial, El Confidencial - parte I, 04/02/2023parte II (Estados Unidos controlará suficientes puntos de presión para dificultar seriamente la vida de la industria china de semiconductores), 5/03/2023parte III (: Europa y España - Si durante la pandemia no éramos ni capaces de tener estadísticas de covid bien elaboradas, ¿cómo vamos a ser capaces de tener una buena política industrial que es mucho más compleja?), 1/04/2023

La noticia económica más importante de 2022 no fue ni la guerra en Ucrania, con la subida del precio de la energía que acarreó, ni la fuerte inflación. La clave de 2022 fue el recrudecimiento de la batalla por el control de la industria mundial de los semiconductores. Esta disputa vivió su momento más crítico, aunque no fue el único evento significativo a lo largo del año, el 7 de octubre, cuando el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció nuevas regulaciones para restringir el acceso de China a los procesadores más avanzados, a los superordenadores y al equipo y software necesario para la fabricación de semiconductores de últimas generaciones. Estas regulaciones, un auténtico cambio radical de dirección de la política comercial de Estados Unidos, muestran la importancia estratégica de los semiconductores, pero, sobre todo, la ruptura, ya inequívoca, entre las dos grandes potencias económicas del planeta y cómo se configura el futuro de la economía mundial y su organización en complejas estructuras de valor añadido.

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En mi anterior entrada expliqué cinco ideas. La primera, que los chips eran el elemento fundamental de la economía moderna, mucho más que el petróleo. La segunda, que, como consecuencia de las enormes economías de escala en la industria, la producción de semiconductores, especialmente los más avanzados, estaba increíblemente concentrada en Taiwán y Corea del Sur, una región con una alta inestabilidad geoestratégica. Tercera, que Estados Unidos controlaba la parte más importante del valor añadido de la industria de semiconductores (pues la producción física de semiconductores solo es un paso en la industria, que también requiere diseño, software, etc.). Cuarta, que China, desde hace una década, aspira a capturar una parte mayor de ese valor añadido mundial. Y, quinta, que dadas las repercusiones militares que suponen que el gigante asiático avance en la producción de semiconductores, Estados Unidos había lanzado una agresiva e inusitada campaña de restricciones a la exportación de tecnología en este sector a China, con el anuncio de nuevas regulaciones el 7 de octubre de 2022 que aventuraban una nueva etapa de la economía mundial. Hoy explicaré cómo hemos llegado a esta situación y dibujaré las perspectivas de futuro para los próximos años.

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En las dos primeras entradas de esta trilogía hablé sobre la importancia crucial de los chips en la economía mundial y cómo la disputa sobre el control de su fabricación había llevado a una inusitada confrontación comercial entre Estados Unidos y China. Hoy completo mi exposición con unos breves apuntes sobre el futuro de esta industria en Europa y España, así como nuestras posibles respuestas en materia de política económica. Europa entró con retraso en la industria de los semiconductores. Paradójicamente, buena parte de la ciencia básica detrás de los chips se desarrolló en Europa entre el siglo XIX y la primera mitad del XX (aunque, como en otras áreas del conocimiento, España no aportó nada relevante a la materia). Sin embargo, fueron los estadounidenses Jack Kilby y Robert Noyce los que, de 1958 a 1960, diseñaron por separado un circuito integrado moderno, compaginando muchas ideas que flotaban en aquel momento en la academia y en la industria. Casi más importante que este avance, fue que las instituciones en Estados Unidos facilitaban el florecimiento de una poderosa industria de los semiconductores, con suficiente financiación y potencial de crecimiento. En esta industria la clave no reside en fabricar unas pocas unidades de un chip a un precio elevadísimo y para uso exclusivo de unos pocos, sino en la producción de millones de unidades a precios razonables para el consumidor medio. Estados Unidos, por una serie de razones que he expuesto en otras entradas, reunía esas instituciones mejor que otras economías.

Europa, con la excepción parcial de algunas economías del norte (Reino Unido o Países Bajos), ha tenido muchas más dificultades con sus industrias de alta tecnología desde 1945. Mientras que en algunos sectores de tecnología media-alta (automóviles o aviación) los países europeos son capaces de mantener empresas líderes, las compañías continentales se atragantan con áreas más punteras como los semiconductores, softwares o, ahora, la inteligencia artificial. Algunos ejemplos de éxito, como ASML, son solo honrosas excepciones a innumerables fracasos. En la industria de los semiconductores, Europa apostó desde el principio por una política basada en dos pilares: el proteccionismo (frente a las importaciones) y la inversión directa (estatal o "indicada"). Con respecto al proteccionismo, la por aquel entonces Comunidad Económica Europea impuso un arancel del 17% (muy alto en términos relativos) a la importación de semiconductores. Este arancel sobrevivió tanto a las rondas Kennedy como a las de Tokio de liberalización comercial. El arancel, además, fue reforzado por mil trabas burocráticas y otras barreras no arancelarias en las que los franceses han sido siempre expertos mundiales. Una historia famosa de la habilidad francesa para hacerle la vida imposible a sus competidores es cuando, en 1982, se obligó a que todos los reproductores de video que llegaban desde Japón tuviesen que pasar aduana en una pequeña oficina de Poitiers, donde solo trabajaban dos funcionarios, que inspeccionaban cada reproductor de manera individual para comprobar que sus números de serie eran los correctos.

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El historiador que explica por qué el mundo entero depende de una empresa desconocida - La economía mundial depende de una empresa situada en una isla más pequeña que Extremadura y en el ojo del huracán geopolítico. Un aclamado libro explica cómo hemos acabado metidos en este lío (Ángel Villarino entrevista a Chris Miller, que presenta su libro La guerra de los chips, El Confidencial, 06/09/2023)

Ángel Jiménez de Luis, 5G y 7 nanómetros, el último chip de Huawei desafía las sanciones de EEUU a China (El Mundo, 6 septiembre 2023)

El bloqueo a los equipos avanzados de litografía había conseguido hasta ahora restringir las opciones del fabricante en semiconductores

El último teléfono de Huawei, el Mate 60, no debería existir. Las sanciones y bloqueos que desde hace años EEUU impone a China hacen prácticamente imposible que el fabricante pueda acceder a chips con el suficiente nivel de miniaturización y conectividad que hoy se da hecho en móviles de otros fabricantes.

Pero, contra todo pronóstico, el teléfono no sólo cuenta con compatibilidad con redes 5G sino que también es el primero que se fabrica en China en un proceso de 7 nanómetros, un nivel de miniaturización para el que es necesario equipos de litografía especiales a los que China, en un principio, no tiene acceso.

Hace tiempo que este nivel de miniaturización fue superado por otros fabricantes. Hoy en día la inmensa mayoría de procesadores de telefonía se fabrican en procesos de 5 o 4 nanómetros. La mayor parte se produce en las fábricas de TSMC en Taiwan, el resto en fábricas de semiconductores de Corea del Sur, Japón o EEUU. Se espera que el próximo iPhone, que se anunciará la semana que viene, sea el primer móvil con un procesador aún más avanzado, fabricado en un proceso de 3 nanómetros. La cifra hace referencia a la distancia que separa las puertas de cada uno de los millones de transistores integrados en un chip. Cuanto menor es esa distancia, más potentes y eficientes son los procesadores, ya que se puede integrar, en una misma superficie, un mayor número de transistores que generan menos calor durante su funcionamiento.

Cuando un fabricante, incluso uno chino, quiere usar los procesadores más avanzados, recurre a menudo a estos proveedores, sobre todo a Qualcomm (una compañía californiana). Desde 2019, sin embargo, Huawei está en la lista negra del departamento de comercio de los EEUU y ninguna empresa estadounidense, salvo excepciones muy específicas, puede tener relación comercial con ella.

Este bloqueo ha tenido efectos devastadores en los móviles de la marca, que hasta hace no mucho era uno de los fabricantes más importantes del mundo. El problema no es sólo que no pueda tener acceso a los chips más modernos. Aunque sus teléfonos, por ejemplo, utilizan un sistema operativo basado en el mismo código que Android, tampoco tienen acceso a las tiendas de aplicaciones o servicios oficiales de Google, lo que ha reducido de forma significativa su atractivo.

La empresa ha conseguido lanzar algunos teléfonos con conexión 5G pero en producciones muy limitadas y gracias al acopio de chips que logró hacer antes de que entraran en vigor las sanciones.

Tras su inclusión en la lista, Huawei no ha tenido más remedio que apostar por los procesadores Kirin de la compañía china Semiconductor Manufacturing International Corp (SMIC), que durante años han tratado de posicionarse como una alternativa de bajo coste a los Snapdragon de Qualcomm.

En 2020, sin embargo, una nueva oleada de restricciones comerciales dejó a SMIC sin acceso a los equipos de litografía más avanzados del momento. Desde entonces sus chips han estado "atascados" en un proceso de fabricación de 14 nanómetros.

El anuncio del nuevo procesador del Mate 60 parece indicar, sin embargo, que SMIC ha encontrado la forma de obtener nuevos equipos de litografía o modificar aquellos a los que tiene acceso para conseguir un mayor nivel de miniaturización, probablemente a cambio de reducir la cantidad de chips viables en cada oblea (y por tanto aumentando el coste).

China está tratando de revitalizar el sector de los semiconductores con una importante inyección de capital, en un intento por desarrollar su propia tecnología capaz de competir con los procesos y maquinaria que usan los fabricantes de semiconductores en Taiwan, Corea del Sur y Japón. El lanzamiento de este nuevo teléfono y su chip en cierta forma es el pistoletazo de salida en esta nueva carrera.

El martes, uno de los consejeros de seguridad nacional de EEUU, Jake Sullivan, aseguró que el gobierno está tratando de obtener más información sobre el proceso de fabricación de estos nuevos procesadores y la forma en la que China habría conseguido sortear los bloqueos comerciales. El país y muchos de sus socios europeos, -incluida España- aún consideran que los productos de Huawei pueden suponer un grave peligro para la seguridad nacional. No todos han bloqueado las ventas de teléfonos a los consumidores, como ha hecho EEUU, pero la inmensa mayoría prohíbe el uso de los equipos de redes de Huawei en infraestructura de redes móviles.

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El buque atascado en el Canal de Suez es una parábola sobre la globalización excesiva - El cierre de una vía fluvial crucial para el comercio ilustra cuánto depende el mundo de las cadenas de suministro globales. (Peter S. Goodman, New York Times, 26 de marzo de 2021)

El mundo recibió esta semana otra advertencia sobre los peligros de su gran dependencia de las cadenas de suministro globales. Cuando un solo barco encalló en el Canal de Suez, y cerró el tráfico en ambas direcciones, el comercio internacional se enfrentó a un monumental atasco con consecuencias potencialmente graves.

El Times  Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox.

La embarcación accidentada no es un buque cualquiera. El Ever Given es uno de los mayores portacontenedores del mundo, con espacio para 20.000 cajas metálicas que transportan mercancías por el mar. Y el Canal de Suez no es una vía fluvial cualquiera. Es un canal vital que une las fábricas de Asia con los clientes acomodados de Europa, así como un importante conducto para el petróleo.

Por qué es tan importante el canal de Suez

El hecho de que un percance pudiera sembrar un nuevo caos desde Los Ángeles hasta Rotterdam y Shanghái puso de manifiesto hasta qué punto el comercio moderno ha llegado a girar en torno a cadenas de suministro verdaderamente globales.

En las últimas décadas, los expertos en gestión y las empresas de consultoría han defendido la llamada fabricación justo-a-tiempo para limitar costos y aumentar beneficios. En lugar de malgastar el dinero al acumular productos adicionales en los almacenes, las empresas pueden emplear la magia de internet y de la industria del transporte mundial para conseguir lo que necesitan justo cuando lo necesitan.

La adopción de esta idea ha supuesto nada menos que una revolución para los principales sectores: la manufactura de automóviles y dispositivos médicos, el comercio minorista, los productos farmacéuticos y otros. También ha supuesto una bonanza para los ejecutivos de las empresas y otros accionistas: el dinero que no se gasta en llenar los almacenes de piezas de automóvil innecesarias es, al menos en parte, dinero que puede entregarse a los accionistas en forma de dividendos.

Sin embargo, como en todo en la vida, abusar de algo bueno puede ser peligroso.

La excesiva dependencia de la fabricación justo-a-tiempo ayuda a explicar cómo el personal médico, desde Indiana hasta Italia, se encontró atendiendo a los pacientes de COVID-19 durante la primera oleada de la pandemia sin el equipo de protección adecuado, como mascarillas y batas.

Los sistemas de salud —muchos de ellos bajo el control de empresas con ánimo de lucro que responden ante los accionistas— asumieron que podían depender de la web y de la industria mundial del transporte marítimo para entregar lo que necesitaban en tiempo real. Esto resultó ser un error de cálculo mortal.

Despiadado y turbio: así es el mercado de las mascarillas N95

La misma dependencia explica por qué Amazon no proporcionó inventarios adecuados de mascarillas y guantes a los trabajadores de sus almacenes en Estados Unidos durante los primeros meses de la pandemia.

“Hicimos pedidos de compra de millones de mascarillas que queremos dar a nuestros empleados y contratistas que no pueden trabajar desde casa, pero muy pocos de esos pedidos han sido atendidos”, declaró el fundador de Amazon, Jeff Bezos, en una carta a todos los empleados en marzo del año pasado. “Las mascarillas siguen siendo escasas a nivel mundial”.

Algunos expertos llevan años advirtiendo que los intereses de los accionistas a corto plazo han eclipsado la gestión prudente a la hora de incentivar a las empresas a ahorrar en el almacenamiento de mercancías.

“A medida que nos volvemos más interdependientes, estamos más sujetos a las fragilidades que surgen, y siempre son imprevisibles”, dijo Ian Goldin, profesor de globalización en la Universidad de Oxford. “Nadie podía predecir que un barco encallaría en medio del canal, igual que nadie predijo de dónde vendría la pandemia. Igual que no podemos predecir el próximo ciberataque, o la próxima crisis financiera, pero sabemos que va a ocurrir”.

La catástrofe del momento, en la que los ingenieros trabajan para extraer un enorme buque del Canal de Suez, ha dejado a más de 100 barcos atascados en ambos extremos a la espera de poder pasar. Algunos transportan petróleo, razón por la que los precios de la energía subieron el miércoles, aunque retrocedieron el jueves. Otros transportan productos electrónicos, ropa y aparatos de gimnasia.

Ninguno de ellos llegará a su destino hasta que se libere el barco atascado. Según un análisis de Bloomberg, cada día de estancamiento retiene mercancías por valor de 9600 millones de dólares.

Desde su implantación en la década de 1950, el contenedor marítimo ha revolucionado el comercio mundial. Al ser un receptáculo de tamaño estándar que puede colocarse rápidamente en las líneas de ferrocarril y en los camiones, ha reducido drásticamente el tiempo necesario para trasladar las mercancías de un lugar a otro.

El aumento exponencial del número de contenedores que pueden apilarse en un solo barco ha reducido aún más el mundo. La capacidad ha aumentado un 1500 por ciento en el último medio siglo, y casi se ha duplicado solo en la última década, según Allianz Global Corporate and Specialty, una compañía de seguros marítimos.

Estos avances en el comercio han dado lugar a formas de especialización sofisticadas y muy eficientes, con fábricas de automóviles en el norte de Inglaterra que emplean piezas procedentes de toda Europa y Asia. El auge de los buques contenedores ha ampliado la disponibilidad de los bienes de consumo y ha reducido los precios.

Pero estos mismos avances han generado vulnerabilidades, y la obstrucción del Canal de Suez —un lugar de paso para aproximadamente una décima parte del comercio mundial— ha intensificado las tensiones en la industria naviera, que se ha visto abrumada por la pandemia y la consecuente reordenación del comercio mundial.

Mientras los estadounidenses se enfrentan a los confinamientos, han pedido grandes cantidades de productos de fábrica a Asia: bicicletas estáticas para compensar el cierre de los gimnasios; impresoras y monitores de computadora para convertir los dormitorios en oficinas; equipos de repostería y juguetes para entretener a los niños encerrados en casa.

La oleada de pedidos ha agotado la oferta de contenedores en los puertos de China. El costo de enviar un contenedor desde Asia a Norteamérica se ha duplicado con creces desde noviembre. Y en los puertos de Los Ángeles a Seattle, la descarga de esos contenedores se ha visto ralentizada porque los estibadores y camioneros han sido alcanzados por la COVID-19 o se han visto obligados a quedarse en casa para atender a los niños que no van a la escuela.

Las interrupciones en el comercio causadas por la pandemia han obstaculizado los puertos clave de Estados Unidos, como el de Los Ángeles.

Las interrupciones en el comercio causadas por la pandemia han obstaculizado los puertos clave de Estados Unidos, como el de Los Ángeles.Credit...Coley Brown para The New York Times

Los retrasos en la descarga suponen retrasos en la carga del siguiente envío. Los exportadores agrícolas del Medio Oeste estadounidense han tenido dificultades para conseguir contenedores para enviar soja y cereales a los procesadores de alimentos y proveedores de alimento de animales del sudeste asiático.

Esta situación lleva ya cuatro meses, y muestra pocos signos de alivio. Los minoristas de Norteamérica se han dedicado a reponer frenéticamente sus agotadas existencias, lo que ha puesto a prueba a las compañías navieras en lo que suele ser la temporada baja de las rutas transpacíficas.

El bloqueo del Canal de Suez deja fuera de juego a más contenedores. La cuestión es cuánto tiempo durará.

Dos semanas podrían dejar varada hasta una cuarta parte de la oferta de contenedores que normalmente estaría en los puertos europeos, según calcula Christian Roeloffs, director general de xChange, una consultora de transporte marítimo de Hamburgo, Alemania.

“Teniendo en cuenta la actual escasez de contenedores, esto no hace más que aumentar el tiempo de entrega de los buques”, dijo Roeloffs.

Tres cuartas partes de los barcos de contenedores que viajan de Asia a Europa llegaron con retraso en febrero, según Sea-Intelligence, una empresa de investigación de Copenhague. Incluso unos pocos días de interrupción en Suez podrían agravar la situación.

Si Suez permanece atascado durante más de unos días, aumentaría drásticamente lo que está en riesgo. Los barcos que ahora están detenidos en el canal tendrán dificultades para dar la vuelta y seguir otras rutas, dada la estrechez del canal.

Los que ahora se dirigen a Suez pueden optar por virar al sur y navegar alrededor de África, lo que añade semanas a sus viajes y quema combustible adicional, un costo que, en última instancia, correrá a cargo de los consumidores.

Cuando los barcos vuelvan a atravesar el canal, es probable que lleguen a los puertos más concurridos todos al mismo tiempo, lo que obligará a muchos a esperar antes de poder descargar, un retraso adicional.

“Esto podría hacer que una crisis realmente mala sea aún mucho peor”, dijo Alan Murphy, fundador de Sea-Intelligence.

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Aitana modelo instagram

https://amp.epe.es/es/opinion/20231027/lucia-velasco-nuevo-aceleracionismo-93857081

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Warner Bros says map is ‘child-like’ after Vietnam accused film-makers of depicting China’s nine-dash line in South China Sea (The Guardian, 7 July 2023)

Competition over the South China Sea explained in 30 seconds - China, the Philippines, Vietnam, Malaysia, Brunei and Taiwan all have claims over the area, and tensions often threaten to boil over (The Guardian, 8 Sept 2023)

Fuente: chinausfocus

Why are maps so controversial?
Maps are reflective of a critical national attribute: territory.

They define the outer limits of territorial claims. Children are familiarised with their home country by maps. Maps have historically been depicted on postage stamps, buildings, and more recently government websites.

Maps now depict a country digitally and this has become contested, as highlighted by the Russian invasion of Ukraine.

University students challenge their professors when maps are shown that depict disputed lands.

Maps have meaning and touch national sensitivities.

Vietnam's response to Hollywood's depiction of China's nine-dash line is understandable. It demonstrates a fierce resistance to any legitimacy that China's ongoing South China Sea nine-dash line claims may generate, even in Barbie's fictional world.

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Iliana Olivié, Los nuevos BRICS, ¿un Sur radial con China en el centro? - Los aspectos comerciales o la cooperación sur-sur se quedaron en el tintero de la anunciada cumbre de las economías nacionales emergentes más prometedoras del mundo (El País, 30 de agosto de 2023):

La XV cumbre de los BRICS, celebrada hace pocos días en Johanesburgo, ha atraído una atención importante de medios de comunicación y analistas. No es para menos. Si el grupo original ya reunía algunas de las economías emergentes mayores y más dinámicas, con la anunciada incorporación de seis miembros más, los BRICS+ tendrán un importantísimo peso en lo económico (37% de la economía mundial, según datos del Banco Mundial) y, aún más, en lo demográfico (46% de la población mundial, según la misma fuente). Esto, combinado, no obstante, con una participación en el proceso de globalización sensiblemente menor (con algo más del 22% de la presencia global agregada, según el Índice Elcano de Presencia Global).

Mucha de la atención se ha puesto, naturalmente, en su ampliación y lo que supone desde el punto de vista geopolítico: si se conforma así un nuevo grupo de no alineados, si surge un nuevo reto o contrapeso a Occidente, o quién gana y quién pierde con ella, tanto en el grupo original (formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como entre los nuevos miembros (Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán).

Es interesante, además, la declaración conjunta y la visión del desarrollo que desprende y a la que se dedican, directa o indirectamente, el conjunto del texto en sus apartados sobre el multilateralismo, la seguridad, el crecimiento y el desarrollo sostenible.

El texto abre con un alegato a favor del multilateralismo, que debería ser inclusivo. Se defiende contundentemente el sistema de Naciones Unidas pero también la Organización Mundial del Comercio (y, con ella, el libre comercio), el Fondo Monetario Internacional (en el centro de una eventual red de seguridad financiera mundial) y, evidentemente, otros espacios de gobernanza global de los que varios de los BRICS forman parte, como el G-20. No se deduce la voluntad de acabar con el actual orden mundial, lo que va muy en la línea de estudios recientes sobre la actitud de China ante las normas internacionales.

La agenda de desarrollo económico es, en realidad, una agenda de crecimiento (partnership for mutually accelerated growth, alianza para el crecimiento mutuamente acelerado). Un crecimiento que se sustenta en el comercio internacional. Esto, en un momento en que Europa y Estados Unidos hablan más bien de autonomía estratégica abierta o, directamente, de política industrial, lo que lleva indefectiblemente a un cierto control sobre la cantidad o variedad de importaciones.

Por su parte, la aproximación del texto al desarrollo sostenible se centra en el clima, la salud y la pandemia, o la carrera espacial, sin apenas mención a los modelos de desarrollo económico, con la única excepción de una mención a la necesidad de no utilizar la política climática como una barrera comercial encubierta. De nuevo, el libre comercio.

Por supuesto, no se pueden tomar todas y cada una de las ideas de la declaración en su literalidad, como si estas fueran parte de una hoja de ruta común. En este sentido, hay que tener en cuenta que las referencias a la libertad, la equidad de género, o la democracia son frecuentes. Sin embargo, esta visión del desarrollo como fruto del comercio internacional vía la explotación de las ventajas comparativas de los países que integran la alianza puede comprenderse en el marco del patrón comercial entre los miembros del grupo.

Según datos de la UNCTAD, China es el primer socio comercial de cinco de los BRICS+ (Arabia Saudí, Brasil, Irán, Rusia y Sudáfrica); el segundo de otros tres (Argentina, Emiratos, India). Estados Unidos, por su parte, es primer o segundo socio comercial de seis de estos países, China entre ellos. A China se exportan productos agrícolas (Argentina, Brasil) y energéticos (Arabia Saudí, Emiratos, Rusia), metales preciosos (Emiratos, Sudáfrica). Además, también se comercializan productos químicos para la manufactura con plásticos (Irán) o servicios de telecomunicaciones (India), de modo que China pueda ser el primer productor y exportador mundial de productos de consumo y otras manufacturas que el conjunto del planeta, en general, y sus socios BRICS+, en particular, necesitan.

Desde esta óptica, un sistema multilateral, garante del libre acceso a mercados de exportación, estaría en el interés de los BRICS+. Sin embargo, esta lógica, de un Sur quizás más radial que global, con China en el centro, también cristaliza capacidades productivas y exportadoras de mayor valor añadido en el gigante asiático que en el resto de sus socios y, con ello, limita en estos últimos las posibilidades de un desarrollo económico basado en la creación de mayores y mejores capacidades productivas. Si la declaración hace 37 referencias a aspectos comerciales, la industria o los procesos de industrialización, se mencionan solo 11. En definitiva, la declaración de Johanesburgo no termina de abordar la necesaria autonomía estratégica de muchos de los BRICS+.

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[Historia económica reciente del Reino Unido, crisis industrial, auge financiero y caída desde el 2008]

Manel Pérez, Cuando las elites siembran el malestar social (La Vanguardia, 18/12/2022) 

En el Reino Unido el malestar social está a flor de piel. Una oleada de huelgas, especialmente en los servicios públicos, está señalando el final agónico del modelo de economía financiera que ya se arrastra desde la Gran recesión del 2008

El Reino Unido es el país del mundo desarrollado más afectado por el malestar social. La vida cotidiana de los británicos recuerda los grises años setenta, cuando las huelgas y la inflación alimentaron un agrio descontento que desembocó en la victoria de Margaret Thatcher, la líder de los conservadores, en 1979. Fue aquel un momento decisivo para el país, y en parte para el mundo, en el que las elites políticas y del dinero del Reino Unido decidieron dar un giro radical y cambiaron el modelo económico apostando por las emergentes finanzas. Con la Gran Recesión, a esa elite, como a todas en un momento u otro, le llegó el momento del juicio. Y no salió bien parada del fallo de la historia. Ahora no sabe qué hacer.

Entre la victoria de Thatcher, en 1979 y el big bang, la liberalización de la bolsa de Londres en 1986, el capitalismo británico preparó una mutación radical con la que pensaba reconducir su decadencia desde la segunda guerra mundial y la pérdida de la primacía global. Lo haría a lomos del que ya era el hermano mayor, los Estados Unidos de Ronald Reagan, que en aquellos años propugnó recetas similares, aunque con un objetivo diferente al de su amiga británica.

Las finanzas y la bolsa londinenses se convirtieron en uno de los dos grandes centros bursátiles y financieros mundiales, junto a Wall Street y transformó la estructura de la economía de la isla. La City (el centro financiero) transformó la city, (la capital tradicional), de excapital de un imperio comercial en una meca del dinero y las mieles de la globalización. En las décadas siguientes, la economía británica creció y los ingresos generados por sus servicios financieros al resto del mundo crecieron como la espuma. Fueron días de vino y rosas. Londres se convirtió en un paraíso fiscal y en la más glamorosa capital para inversores y ricos de todo el planeta. Y su metamorfosis forzó la del resto del país. También de sus poderes económicos y de su clase política. Thatcher y la nueva economía desembocaron en el New Labour, el nuevo laborismo de Toni Blair, que ya no cuestionó los presupuestos básicos del thatcherismo, en gran parte los bendijo.

La nueva máquina económica británica albergaba una gran divergencia entre los dos mundos, las elites globales que dominaban en Londres y el resto del país. Mientras los amos del universo ganaban astronómicas sumas de dinero en la City, los otros apenas mantenían los niveles de vida del pasado, más bien padecían los cambios del modelo económico.

Pese a esa desigualdad social, Londres, se coronó como gran triunfadora de la globalización, sin que en realidad nada sugiriera que los males profundos que habían llevado al país a un callejón sin salida a finales de los setenta se hubieran superado o atenuado. Los beneficiados - la cúspide financiera que vendía sus caros servicios al resto del mundo; los afortunados tenedores del codiciado suelo de la capital y los residuales propietarios locales de empresas que ya no fabricaban en el Reino Unido- junto con los jeques y las grandes fortunas de todo el mundo que se instalaban en Londres, tomaron el puesto de mando de la economía, mientras el resto de los sectores pesaban cada vez menos, languidecían.

El Reino Unido se desindustrializó y pasó de disfrutar de una balanza comercial positiva, es decir de exportar más mercancías de las que importaba, a una crónicamente negativa. De hecho, desde hace casi cuatro décadas es la más deficitaria del mundo desarrollado, excepto en los años puntuales previos a la crisis financiera del 2008, en que países con burbujas descomunales, como España y EE.UU, le tomaron temporalmente la delantera en ese dudoso ránking. La expresión urbanística más destacada de esa transformación fue la construcción desde 1981 del complejo de oficinas Canary Wharf sobre el terreno que históricamente habían ocupado las instalaciones del que fue uno de los primeros puertos de mercancías del mundo.

La tradicional ocupación en la industria se fue transformando en empleos del sector de servicios, camareros, cocineros y empleados de tiendas franquiciadas para turistas. Peor pagados y menos estables. Las vulnerabilidades sociales llegaron a tal extremo que incluso bajo un discurso público liberal y de restricción del Estado, el gasto en el welfare siguió creciendo. De menor calidad que en el pasado, debía atender a una masa mucho mayor de damnificados.

Con sus evidentes problemas, ese sistema embrujó al mundo durante el apogeo de la globalización. Londres miraba de tu a tu a Nueva York,; en algunos aspectos, incluso la superaba. En el 2007, a las puertas de lo que acabaría siendo la Gran Recesión, el producto interior bruto per cápita del Reino Unido superaba con holgura al de todas las economías desarrolladas, desde EE.UU. a Alemania, Francia, Italia o España, a la que le sacaba un 60% de ventaja. Ahora, en el 2021, EE.UU. y Alemania lo superan de manera incontestable, Francia casi le atrapa y solo Italia y España siguen claramente por detrás. Y de cualquier manera, en la actualidad, aún no ha alcanzado el nivel previo a la crisis financiera: catorce años después, los ciudadanos británicos son menos productivos y más pobres. Incluso el reino de la bolsa y de las finanzas, Londres, cede el cetro europeo a París, el ejemplo de burocracia europea tan denostado por el thatcherismo.

Sobre ese trasfondo se ha desplegado el drama político en el Reino Unido de los últimos años. El más visible, el Brexit, un paso más hacia el infierno, una respuesta populista a un mal complejo y con enormes ramificaciones. La sociedad reacciona también con más malestar y protesta. Por eso y por la inflación, se vive la mayor ola de huelgas de empleados y servicios públicos en décadas. La elite británica parece tentada de tomar el peor camino posible, a costa de la mayoría de la ciudadanía. La política, comandada por el premier Rishi Sunak, recurriendo al ejército; la económica intentando hacerse con una parte aún más grande del pastel

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Qué es "woke" y por qué este término generó una batalla cultural y política en EE.UU. (BBC, 5 noviembre 2022):

"Desperté".

Ese es el significado literal de la palabra "woke", el pasado de "wake", que significa despertar.

Pero el término es mucho más complejo y ser o estar woke en slang o jerga estadounidense puede hacer ver con qué posturas políticas estás más alineado.

El uso de woke surgió dentro de la comunidad negra de Estados Unidos y originalmente quería decir estar alerta a la injusticia racial.

"La persona que mucha gente considera que lo acuñó fue [el novelista] William Melvin Kelley", le dijo a la BBC Elijah Watson, editor de noticias y cultura del sitio web de música estadounidense Okayplayer y autor de una serie de artículos llamados "El origen de woke".

"En 1962 publicó un ensayo en el New York Times titulado If You're Woke, You Dig It ('Si estás despierto, lo entiendes')", relató.

El término resurgió en la última década con el movimiento Black Lives Matter, que nació en rechazo a la brutalidad policial hacia personas afrodescendientes.

Pero esta vez su uso se difundió más allá de la comunidad negra y empezó a ser utilizado para significar algo más amplio.

En 2017, el diccionario Oxford agregó esta nueva acepción de "woke", definiéndolo como: "Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo".

Suena como algo positivo, ¿verdad?

Pues depende de a quién se le pregunte. Porque, así como hay gente que se autodefine con mucho orgullo como una persona "woke", que está alerta a la discriminación y la injusticia, hay muchos otros que utilizan el adjetivo como un insulto.

El propio diccionario Oxford hace la distinción. Debajo de la definición, agrega lo siguiente:

"Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada".

O como apunta el diccionario Merriam-Webster, se usa con desaprobación para referirse a alguien políticamente liberal (como en asuntos de justicia racial y social) especialmente de una manera que se considera irrazonable o extrema.

Es decir, que mientras que para algunos ser "woke" es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad, para otros describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto.

Los críticos de la cultura "woke" cuestionan, sobre todo, los métodos coercitivos que utilizan algunos "policías de la palabra" -así los definen- contra quienes dicen cosas o cometen actos que ellos perciben como misóginos, homofóbicos o racistas.

En particular ha generado mucho malestar el uso de un método conocido como la "cancelación": un boicot social y profesional, que suele realizarse a través de las redes sociales, contra individuos que actuaron o dijeron algo que para ellos es intolerable.

"Perdí el mejor empleo de mi vida por una foto en redes sociales": los peligros de la "cultura de la cancelación" (y dónde está el límite)

Para las personas "woke", se trata de una forma de protesta no violenta que permite empoderar a grupos históricamente marginalizados de la sociedad y corregir comportamientos, sobre todo de los sectores más privilegiados, que hasta ahora eran parte del stato quo y persistían sin castigo ni cambio.

Pero para los críticos es corrección política llevada al extremo, que atenta contra la libertad de expresión y "los valores tradicionales estadounidenses".

Batalla política

Lo que empezó como un choque cultural se fue transformando en un enfrentamiento político.

El término "woke" se convirtió en sinónimo de políticas de izquierda o liberales que abogan por cosas como la equidad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBT, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico y el derecho a abortar.

Políticas con las que se asocia el Partido Demócrata del presidente Joe Biden, así como también al ala más liberal que incluye políticos como Bernie Sanders o la congresista Alexandria Ocasio-Cortez.

En contraposición, el ala más extrema del Partido Republicano, liderada por el expresidente Donald Trump, considera que estas políticas representan no solo una amenaza a los "valores de familia" sino incluso a la misma democracia, a la que se quiere "reemplazar con una tiranía woke".

En 2020, Trump centró uno de los ejes de su campaña de reelección en combatir a estos llamados "woke lefties" (izquierdistas despiertos) quienes -aseguró- practican un "fascismo de extrema izquierda".

El entonces mandatario señaló que con su "cultura de la cancelación" estaban "expulsando a la gente de sus trabajos, avergonzando a los disidentes y exigiendo la sumisión total de cualquiera que no esté de acuerdo".

"Es la definición misma de totalitarismo", acusó el líder republicano.

Para los demócratas el autoritario es Trump, cosa que -según ellos- quedó demostrado cuando se rehusó a dejar el poder tras su derrota electoral y sus simpatizantes irrumpieron en el Capitolio.

Lejos de saldar el debate, los primeros dos años de gobierno de Biden han ahondado la polarización entre estos dos sectores.

Según el Pew Research Center, "los demócratas y los republicanos están más alejados ideológicamente hoy que en cualquier otro momento de los últimos 50 años".

Y una encuesta realizada en septiembre por el canal CBS mostró que casi la mitad de los miembros de ambos partidos ven al otro no como un opositor político sino como un "enemigo".

Las "midterms"

Las diferencias ideológicas se pusieron de manifiesto en la antesala de los comicios legislativos del 8 de noviembre, conocidos como las "midterms" o elecciones de mitad de período.

Durante la campaña electoral, muchos partidarios de Trump volvieron a advertir sobre los supuestos peligros que conlleva el llamado "wokeismo" demócrata.

"Puedes perder tu trabajo. Puedes ser rechazado en la plaza del pueblo de América en las redes sociales. Te pueden perseguir por la calle. Te pueden tirar cosas. Puedes ser agredido físicamente (como le ocurrió al escritor) Salman Rushdie. Te pueden apuñalar en la maldita garganta si no le caes bien", alertó recientemente en Fox News la comentarista política conservadora Tammy Bruce.

Muchos demócratas desmerecen este tipo de afirmaciones, señalando que es retórica alarmista que busca ganar votos.

"Cada elección, [los republicanos] inventan un nuevo cuco en lugar de tratar de resolver problemas y mejorar la vida de las personas", criticó en declaraciones a CBS News el demócrata Charlie Crist, quien se postulaba para la gobernación de Florida.

El rival de Crist -y eventual ganador- fue el actual gobernador Ron DeSantis, quien después de ser reeligo se torna en posible candidato presidencial en 2024. Es uno de los republicanos que más hace hincapié en los supuestos peligros del "woke culture" de sus rivales.

Ron DeSantis, el gran ganador en Florida a quien Trump advierte que no se postule a presidente

En sus discursos suele repetir que "woke es la nueva religión de la izquierda".

Dado este contexto, algunos demócratas, en especial los más moderados, han advertido que el llamado "wokeismo" está perjudicando a su partido, dándoles a los republicanos armas para atacarlos.

"El wokeness es un problema y todos [en el Partido Demócrata] lo saben", le dijo al sitio Vox el famoso consultor político demócrata James Carville, quien lideró la exitosa campaña presidencial de Bill Clinton en los años 90.

Según Carville, el problema son algunas de las propuestas más extremas que alienan a los sectores conservadores de la sociedad y son usados por los trumpistas para asustar al electorado.

Como ejemplo citó la iniciativa para "desfinanciar a la policía" y utilizar esos fondos para programas de ayuda comunitaria, una idea que surgió tras el asesinato de George Floyd en 2020 y que busca poner fin al problema del llamado "racismo sistémico en las fuerzas de seguridad".

Aunque muchos demócratas -incluido el presidente Biden- se expresaron en contra de esta idea, algunos la apoyaron, llevando a varios candidatos republicanos a asociar a todo el partido con la propuesta, que es impopular entre gran parte de la población.

La "cultura woke" también ha generado críticas internas dentro del liderazgo del Partido Demócrata.

Uno de los detractores más famosos -y más vocales- es el expresidente Barack Obama (2009-2017).

El expresidente Barack Obama advirtió que juzgar a otros por sus errores no es constructivo.

En 2019, en la antesala de la carrera para definir quién sería el candidato o la candidata demócrata en los comicios presidenciales del año siguiente, Obama criticó que el foco -en especial entre los más jóvenes- se estuviera poniendo en cuán "woke" era esa persona.

Sus palabras llegaron luego de que un número de posibles candidatos demócratas se vieran forzados a pedir disculpas públicas por cosas que habían dicho en el pasado.

"Tengo la sensación de que ciertos jóvenes en las redes sociales creen que la forma de generar el cambio es juzgar lo más posible a otras personas", afirmó durante un encuentro anual de la Fundación Obama.

"Si tuiteo o publico un hashtag sobre cómo no hiciste algo bien o usaste el verbo incorrecto, entonces puedo sentarme y sentirme bastante bien conmigo mismo porque '¿viste lo woke que fui? ¡Te pesqué!'".

"Basta", dijo. "Si todo lo que haces es tirar piedras, probablemente no llegues muy lejos".

"El mundo es desordenado", aleccionó. "Hay ambigüedades. Las personas que hacen cosas realmente buenas tienen defectos".

Sin embargo, la legisladora más joven del Partido Demócrata (y de toda la Cámara de Representantes), la carismática Alexandria Ocasio-Cortez, salió a la defensa del "wokeismo".

AOC -como es conocida- señaló que si al partido le va mal en las próximas elecciones es porque el Congreso no ha logrado aprobar legislación sobre el derecho a votar, una de las causas insignia de los activistas "woke".

Los demócratas más jóvenes -como la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez (AOC)- son los que más fomentan la "cultura woke".

"'Woke' es un término que los expertos ahora usan como un eufemismo despectivo de los derechos civiles y la justicia", publicó en su cuenta de Twitter en noviembre de 2021.

"Inventar un problema 'woke' tiene como resultado poner los derechos civiles y de voto en un segundo plano", advirtió.

"En un año en el que las legislaturas estatales están planeando mayorías republicanas y supresión de votantes, eso es peligroso".

"Capitalismo woke"

Los debates sobre el "wokeismo" no solo dominan la agenda política y cultural estadounidense. También han permeado el mundo empresarial.

Algunas compañías se han encontrado en el ojo de la tormenta por adoptar cambios que son interpretados -para bien o para mal- como "woke".

Un caso conocido es el de Gillette, que generó controversia en 2019 con una publicidad llamada "Lo mejor que pueden ser los hombres", en el que se criticaba comportamientos masculinos "tóxicos" como el bullying, el acoso sexual y el sexismo.

Aunque fue aplaudido por muchos, también se convirtió en su momento en uno de los videos con mayor número de pulgares para abajo en You Tube, y provocó un boicot contra la fabricante de rasuradoras.

La polémica que desató Gillette con su anuncio en contra de la "masculinidad tóxica"

El golpe económico que sufrió Procter & Gamble, dueña de la compañía, llevó a la creación de un meme que se ha popularizado entre la derecha: Get woke, go broke ("Hazte woke, quiebra").

En los últimos tiempos, la empresa que más ha recibido elogios y críticas por ser considerada "woke" es Disney.

Disney podría perder los derechos de autor sobre su personaje Mickey Mouse por haber adoptado políticas que según los republicanos son "woke".

En abril pasado, el gobernador DeSantis firmó una ley para retirarle a la Walt Disney Company su estatus legal especial que le permite autogobernarse en el estado de Florida.

Y legisladores republicanos advirtieron que no aprobarán la extensión del derecho de autor de Disney sobre su principal personaje Mickey Mouse, que vence en 2024.

Fue en represalia a la oposición de los ejecutivos de la empresa a una ley que prohíbe enseñar sobre sexualidad, orientación sexual y diversidad de género en las escuelas primarias de Florida, bautizada por sus detractores como la ley "No digas gay".

“Disney se pasó de la raya”: la guerra del gobernador de Florida contra la empresa por su oposición a la ley "No digas gay"

Disney publicó un comunicado en contra de la norma, presionado por sus empleados que realizaron protestas y un paro ante el silencio inicial de la empresa.

"Nuestros empleados ven el poder de esta gran compañía como una oportunidad para hacer el bien. Yo estoy de acuerdo", dijo entonces el CEO de Disney, Bob Chapek.

La compañía también fue acusada por algunos sectores conservadores de "hacer activismo woke" por elegir a una actriz negra para protagonizar la nueva versión, con actores de carne y hueso, del clásico "La sirenita", en el que el personaje animado de Ariel (basado en el cuento de hadas de Hans Christian Andersen) aparece como una sirena de piel blanca y ojos azules (en ambas versiones es pelirroja).

Por el contrario, la elección de una actriz de piel oscura fue aplaudida por muchas voces que no solo se sintieron representadas sino que además consideran que, dado que las sirenas son personajes mitológicos, pueden ser de cualquier color de piel.

DeSantis y otros republicanos también han criticado a las empresas que priorizan las inversiones que tienen impacto medioambiental, social y de gobernanza (conocidas como ESG), catalogándolas como "capitalismo woke".

En julio pasado, el gobernador dijo que las inversiones ESG -que suelen priorizar temas como el cambio climático o la diversidad- "amenazan la vitalidad de la economía estadounidense y la libertad económica de los estadounidenses al apuntar a individuos e industrias desfavorecidas para promover una agenda ideológica woke".

Según el sitio Market Watch, si los republicanos toman el control del Congreso durante las midterms "es probable que apunten contra el capitalismo woke".

"Los inversores deben esperar un rechazo significativo de los republicanos contra las políticas ESG, tanto las ordenadas por los reguladores gubernamentales como las autoimpuestas por el sector privado", advirtió el analista Brian Gardner de la consultora financiera Stifel.


La nariz antisemita de Bradley Cooper que ha irritado a la cultura woke - El actor, como antes Scarlett Johansson, sufre la ira de los colectivos que defienden que los papeles de trans, de negros o de judíos solo pueden ser interpretados por ellos (Rebeca Argudo, La Razón, 21 de agosto de 2023) 


TEORÍA CRÍTICA RACIAL Doctrina 'woke' (I): fundamentalismo identitario y hostilidad racial en los campus de EEUU Inauguramos una serie sobre cómo la ideología de la teoría crítica racial se ha ido fraguando en las universidades progresistas y extendiéndose después por la cultura y las instituciones de EEUU (Argemino Barro, El Confidencial, 15/04/2021:

Lo que solía considerarse una crisis de libertad de expresión en los campus de élite de Estados Unidos, con sus escraches y sus códigos del lenguaje, sus 'espacios seguros' y sus advertencias de contenidos sensibles, está cristalizando en una sólida ortodoxia identitaria. Algunos de los campus más selectos de los estados demócratas empiezan a mostrar los rasgos de pequeños regímenes fundamentalistas. Guiados por una teoría que no permite la duda y al abrigo de la indignación desatada por casos como el asesinato de George Floyd, sus rectorías han creado poderosos comités, ideologizado los temarios e incluso organizado confesiones públicas de prejuicios raciales. Un clima dogmático que, como tal, no tolera herejías. Herejías como la de Jodi Shaw y Aaron Kindsvatter. Con sus casos, inauguramos una serie en El Confidencial sobre cómo esta ideología, que suele aparecer bajo los nombres de 'teoría crítica racial', 'movimiento de la justicia social', 'antirracismo' o, más sencillamente, 'wokism', se ha ido fraguando en las universidades progresistas y extendiéndose después por la cultura y las instituciones de EEUU. Este capítulo, dedicado a las universidades y las empresas, servirá de introducción. En el segundo, veremos cuál es el origen de este credo, por qué ha cuajado ahora y por qué está siendo criticado por los veteranos de los derechos civiles. El tercero irá dedicado a su desembarco en las escuelas primarias, y el cuarto, a las iniciativas que están surgiendo para contrarrestarlo. La mayoría de profesores y empleados que denuncian este ambiente aparentemente hostil lo hacen de forma anónima, ante asociaciones como Foundation Against Intolerance and Racism, Academic Freedom Alliance o Counterweight, todas ellas creadas en los últimos meses. Otros, como Jodi Shaw y Aaron Kindsvatter, han optado por hacerlo a cara descubierta.

“Empecé a sentirme mal cuando nuestra universidad adoptó la idea de que nos teníamos que ceñir a los estándares DEI [acrónimo de diversidad, equidad e inclusión]”, dice Aaron Kindsvatter, profesor de pedagogía terapéutica en la Universidad de Vermont, a El Confidencial. “Me preocupaba cómo iba a ser consistente con lo que esperaban de mí. DEI es una especie de nombre en clave de la retórica y las ideas de la izquierda más extremista, y querían que solo enseñara eso. Me ponía enfermo intentando buscar una manera de mantener una conversación con la clase sin adoctrinarla con estas ideas”. El profesor dice que durante dos años y medio padeció problemas de estómago. Casi cada domingo, antes de empezar la semana lectiva, vomitaba del estrés que le producía pensar en dar clase y en enfrentarse a una facultad donde se sentía cada vez más aislado. Como consecuencia de los cambios departamentales efectuados en 2018 y 2019, Kindsvatter debía de basar el temario en las enseñanzas de Ibram X. Kendi y Robin DiAngelo, autores, respectivamente, de 'Cómo ser antirracista' y 'Fragilidad blanca': los dos superventas de la teoría crítica racial. Según Kendi y DiAngelo, en Estados Unidos el racismo de los blancos determina todas las interacciones humanas. Es una fuerza tan sutil y tan penetrante, tan imbricada en las instituciones y en las costumbres, que la única manera de reducirla es entrenando nuestros sentidos: aprendiendo a localizarlo, cuestionarlo y combatirlo; aprendiendo a ser 'woke', a estar 'despiertos' ante las terribles agresiones que anidan en las palabras y en los comportamientos.

Ambos libros presentan, de manera transparente, una visión binaria del mundo. “No hay neutralidad en la lucha contra el racismo”, escribe Ibram X. Kendi. “Uno o bien permite que las inequidades raciales sigan perseverando, como racista, o bien se enfrenta a las inequidades raciales, como antirracista. No hay término medio (...). La declaración de neutralidad del ‘no racista’ es una máscara del racismo”. Para Robin DiAngelo, no existe una persona blanca que no sea racista: ni siquiera ella, que suele reconocer abiertamente su “visión racista del mundo”. Porque el racismo, además de ser inherente a los caucásicos, es incurable. Lo único que pueden hacer los blancos es mantenerlo a raya con un riguroso entrenamiento mental. Un examen constante de sus prejuicios, difíciles confesiones en grupo y otras técnicas que ella ofrece en su libro y en sus charlas a empresas y universidades. La dinámica es la misma que con Kendi. Se trata de una doctrina perfecta, incuestionable, cerrada al vacío, en la que solo hay dos opciones: o confesar el racismo o no, en cuyo caso el blanco estaría dando muestras de “fragilidad blanca”: estaría negando la realidad. DiAngelo y Kendi no se han inventado la teoría crítica racial, que lleva 30 años desarrollándose (o más de 60, si buscamos su semilla en los posmodernistas franceses). Lo que han hecho ha sido darle una dimensión práctica, un manual de acción aplicable a todos los aspectos de la existencia.

Jodi Shaw, antigua coordinadora de Apoyo a los Estudiantes de Smith College, un bucólico y exclusivo campus femenino de Massachusetts, conoce bien estas tácticas. En enero de 2020 tuvo que asistir, junto al resto de empleados, a un curso obligatorio sobre sensibilización racial. Durante el ejercio, el 'educador antirracista' fue pidiendo a los empleados de Smith que expresaran en público los sentimientos raciales que habían experimentado en su niñez. Cuando llegó el turno de Shaw, esta dijo que se sentía incómoda y que prefería pasar. El educador lo entendió como un claro síntoma de 'fragilidad blanca', y acusó a Shaw de usar este ardid como un “juego de poder” propio de los blancos. La negativa de Shaw a participar resultaba ser una agresión racista. “En Estados Unidos, es ilegal preguntarle a alguien por su raza en una entrevista de trabajo, y sin embargo querían que la raza formara parte de mi empleo”, dice Shaw por teléfono. La exempleada asegura que, en otras circunstancias, no le hubiera importado hablar a unos desconocidos de sus sentimientos raciales, pero, a esas alturas, ya había sido trastocada por un año y medio de hostigamiento racial. Los problemas de Shaw y de otros empleados comenzaron en verano de 2018, cuando una estudiante afroamericana, Oumou Kanoute, dijo haber sido víctima de racismo porque un conserje y un policía del campus le preguntaron qué hacía en un comedor vedado, en ese momento, a los estudiantes. Kanoute desveló en Facebook la identidad del conserje y lo acusó de racista. Mientras Kanoute concedía entrevistas a ABC News, CNN o 'The Washington Post', Smith College adoptaba un frenesí de medidas para combatir el “racismo sistémico”. Entre ellas, la segregación de las residencias de estudiantes, talleres de sensibilización racial y un “equipo de respuesta al sesgo”, que permitía denunciar anónimamente cualquier mensaje, imagen o palabra considerados discriminatorios por algún individuo o colectivo.

Tres meses después del incidente con Kanoute, la investigación oficial concluyó que no había habido discriminación. El comedor estaba siendo exclusivamente usado por los niños de un campamento de verano, y el conserje, un señor mayor que llevaba tres décadas en Smith y que no veía bien, había recibido instrucciones precisas de no dejar entrar allí a los alumnos. Pero la maquinaria DEI ya era imparable. De repente, el criterio racial pasó a ser la base de todas las decisiones del campus, no solo en las contrataciones y asignaciones de tareas: cualquier actividad o medida caía bajo alguna de las categorías 'woke', como “apropiación cultural”, y tenía que ser cancelada o repensada. Shaw describe, en su queja oficial ante el estado de Massachusetts, las amenazas contra profesores y empleados que no se ajustaban a la ortodoxia, cómo los conflictos entre alumnos se resolvían en base a sus etnias, y las acusaciones constantes de “privilegio blanco” a personas como ella, madre soltera de dos hijos que ganaba 45.000 dólares brutos al año (menos de los 78.000 que cuesta la matrícula anual en Smith). Shaw, armada con la Ley de los Derechos Civiles de 1964, denunció estas circunstancias ante la dirección, pero el campus estimó que Shaw carecía de “competencia cultural” y fue recortándole, sin avisar, sus responsabilidades.

“La dinámica es el miedo”, dice Jodi Shaw. “Sé de profesores que cambiaron el temario para evitar posibles reacciones de los estudiantes. Tienes esta dinámica en la que el personal se lo piensa dos veces antes de dirigirse a los alumnos, porque saben lo que les puede suceder”. La exempleada añade que este “ambiente racialmente hostil” le dejó una costosa factura física y mental, de la que aún se está recuperando. La primera vez que Aaron Kindsvatter escuchó el término 'whiteness', o blancura, aplicado al color de la piel, fue cuando un colega de su facultad ofreció a los profesores blancos ayuda para lidiar con esta condición. “En ese momento, creí que esa persona no estaba pensando, que se había dejado llevar por la pasión, y que yo me iba a olvidar”, dice Kindsvatter. “Pero empecé a escuchar más y más al respecto y, recientemente, en las notas de una de las reuniones de nuestra Facultad de Educación, el comité responsable de la implementación de DEI declaró que la mayoría de las personas de la universidad eran cómplices de supremacía blanca y que deberían hacerlo mejor para apoyar a los colegas y profesores de color”. El pasado junio, el Comité de Diversidad, Equidad e Inclusión de la universidad dio un curso titulado 'Centrando la conversación en la blancura'. Una serie de conferencias sobre cómo la blancura llevaba siglos oprimiendo a la humanidad con sus dos esencias, que son el racismo y el capitalismo. “El racismo es el agua en la que nadamos”, dijo Paul Marcus, “educador antirracista blanco”, en la charla. “Mantener la blancura se vuelve crucial a la hora de facilitar el crecimiento económico y el capitalismo. Racismo y capitalismo están estrechamente entreverados”.

La presión a los profesores para que adoptasen estos puntos de vista, según Kindsvatter, era grande. Cuando trató de alternar los textos de Kendi y DiAngelo con los de otros pensadores que daban una perspectiva distinta sobre el racismo, como los afroamericanos Shelby Steele o Coleman Hughes, Kindsvatter recibió una advertencia por enseñar “materiales controvertidos” en sus clases. La asfixia académica aumentaba a la par que sus dolores de estómago, y el mes pasado, Kindsvatter decidió colgar su testimonio en YouTube, titulándolo 'Racismo y religión secular en la Universidad de Vermont'. El profesor, hablando pausadamente, como si cada palabra fuese una figurita a punto de romperse en mil pedazos, dice que no quiere que su alocución se malinterprete y que espera que los alumnos sepan que él comprende las injusticias a las que han podido ser sometidos. Después, advierte sobre los peligros de asociar una serie de “males sociales” a una raza determinada, e invita a la facultad a iniciar un diálogo al respecto. 48 horas después, varios grupos estudiantiles cursaron una petición en los más puros términos “antirracistas”. “La mentalidad de ‘no veo la raza’ del profesor Aaron Kindsvatter ha probado ser dañina contra cualquier tipo de justicia racial societaria y por esa razón estamos exigiendo su dimisión inmediata”, dice la solicitud en Change.org. “Un miembro de la facultad de UVM, especialmente uno que enseña cursos de terapia, no puede tener esta ideología empleada por supremacistas blancos”. El rector y la decana de la universidad reconocieron, en un comunicado, a los estudiantes que “plantaron cara a las posiciones defendidas en el vídeo” y prometieron que los alumnos se iban a sentir “seguros y apoyados”.

Kindsvatter seguía así la estela de Jodi Shaw, que el pasado mes de octubre, visiblemente exhausta, se había decidido a tirar de la manta en Smith College. “Pido a Smith College que deje de reducir mi persona a una categoría racial. Dejad de decirme lo que debo pensar y sentir sobre mí misma”, decía Shaw en su primer vídeo de YouTube. “Dejad de pretender que sabéis quién soy o cuál es mi cultura en base al color de mi piel. Dejad de pedirme que proyecte estereotipos y suposiciones sobre otros en base a su color de piel”. Smith College respondió al vídeo de Shaw igual que lo haría, con Kindsvatter, la Universidad de Vermont: diciendo que Shaw no representaba a la universidad y prometiendo a sus estudiantes de color que haría todo lo posible para mantenerlos seguros. Como Kindsvatter, Shaw se declara progresista de siempre. Como aquel, dice que tiene la simpatía de varios compañeros de trabajo, pero que ninguno se atreve a expresarlo en público. Al vídeo siguió un pesado tira y afloja con la administración; Jodi Shaw acabó dejando su empleo en febrero. Las desventuras de Shaw y Kindsvatter no representan anécdotas sueltas, ni tampoco una dinámica racial de gente de color contra gente blanca. Tanto Vermont como Massachusetts están entre los estados más blancos de Estados Unidos: la mayoría de las prácticas expuestas en este artículo han sido ideadas y aplicadas por blancos, como blancos son ambos rectores y la mayoría de los profesores y personal de ambas instituciones. De la misma forma, numerosos intelectuales negros y veteranos de los derechos civiles han sido críticos con estas políticas y con esta ideología, que además suele considerarlos personas marginadas, débiles e indefensas ante todo tipo de abusos.

“La mayoría de la gente en todos los grupos raciales no es proclive a dejarse arrastrar por las teorías queer o racial”, afirma Helen Pluckrose, coautora del libro 'Cynical Theories' y fundadora de Counterweight, una asociación sin ánimo de lucro que asesora a quienes se están viendo discriminados por la teoría crítica racial, tanto dentro como fuera de las universidades. “En este momento, estoy en la ridícula situación de asesorar a un hombre negro musulmán que no entiende muy bien de qué va la teoría y al que se le están dando respuestas equivocadas acerca de lo que creen los musulmanes negros”. Pluckrose, académica británica especializada en la Alta Edad Media y la conformación de las religiones modernas, lleva unos años estudiando el movimiento de la justicia social: un fenómeno en el que identifica los rasgos del fervor religioso. Elementos como “el tribalismo y el pensamiento mágico” o “la necesidad de una lucha entre las fuerzas del bien y del mal”, dice Pluckrose. “Las necesidades sociales y psicológicas que satisface la teoría han sido antes satisfechas por la religión”.

Counterweight y otros grupos similares alertan de lo extendidas que están, más allá de los casos que afloran en la prensa o en las redes, y que suelen limitarse a personas famosas, las persecuciones identitarias. Por cada periodista caído en desgracia por un tuit de hace más de 10 años, o por cada actriz que realizó una torpe comparación con el nazismo y perdió su empleo, habría una red de ciudadanos desconocidos en situaciones parecidas: presos de un entorno repentinamente moralizado, que se puede volver contra ellos en un chasquido. Solo Counterweight recibe diariamente una media de 30 o 40 peticiones de ayuda por parte de personas que están siendo obligadas a aceptar, en su universidad o lugar de trabajo, una ideología racial con la que no están de acuerdo. El 70% de estas quejas viene de Estados Unidos. Tres de cada cuatro, del mundo empresarial. “Realmente, nuestra prioridad son los empleados, y particularmente las personas que no tienen las habilidades para defenderse ante los argumentos de la teoría”, dice Pluckrose. “Tenemos a gente de los servicios de emergencia, ingenierios, bibliotecarios... Personas de todas las facetas de la vida”.

Counterweight, igual que Foundation Against Intolerance and Racism, Academic Freedom Alliance, Princetonians for Free Speech o Parents Defending Education, se creó tras los sucesos del verano pasado. El asesinato de George Floyd a manos del policía Derek Chauvin desató la mayor ola de protestas en EEUU desde los años sesenta; una denuncia de la desproporción de afroamericanos que terminan muertos en similares circunstancias o en prisión, además de muchos otros signos de desigualdad entre grupos sociales. Los partidarios de la doctrina 'woke', graduados en estas universidades, habrían aprovechado la indignación para promover su agenda por los cuatro rincones de Estados Unidos. 10 días después de la muerte de Floyd, Robin DiAngelo impartió una conferencia ante 184 congresistas demócratas. “A todos los blancos que estáis escuchando ahora mismo, creyendo que no me estoy dirigiendo a vosotros”, declaró, “os estoy mirando directamente a los ojos y diciendo: eres tú”. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ejerció de maestra de ceremonias. DiAngelo no tenía tiempo de atender las innumerables peticiones que se acumulaban en su buzón. Google, Amazon, Facebook, Microsoft, Netflix, American Express, Nike, Under Armour, Goldman Sachs o CVS fueron algunas de las empresas que solicitaron su ayuda para entender mejor el racismo. DiAngelo y Kendi parlamentaban diariamente en los grandes canales de televisión y sus libros eran propulsados a la cumbre de los más vendidos, hasta el punto de que las editoriales tuvieron dificultades en abastecer la demanda de tantos lectores interesados.

El buzón de Helen Pluckrose también se llenó de mensajes. Pero, en su caso, se trataba de personas agobiadas por los talleres antirracistas que sus empresas, colegios o fundaciones les hacían cursar. Una práctica común en estos talleres, según los testimonios recopilados por Pluckrose, es pedir a los blancos que escriban largas redacciones sobre los actos de racismo que habían infligido durante sus vidas; a los negros, por el contrario, redacciones sobre los crímenes de los que se supone que habían sido víctimas. Los talleres que imparte la propia DiAngelo están entre los más agresivos, e incluyen interrogatorios y confesiones públicas que suelen acabar en lágrimas. Con algunas diferencias: a los negros se les permite llorar frente a los asistentes. A los blancos se les pide que, sin van a llorar, salgan de la sala. Adam Steinbaugh, abogado de la Fundación para los Derechos Individuales en la Educación (FIRE, por sus siglas en inglés), encargada de defender la libertad de expresión en el campus, dice que el verano pasado fue inusual. “El verano suele ser un periodo tranquilo para nosotros”, dice Steinbaugh a El Confidencial. “Pero el de 2020 fue diferente. Nuestra carga de casos se disparó”. El letrado cree que los efectos psicológicos del confinamiento tuvieron algo que ver, y el hecho de que mucha gente pasara el tiempo en casa, enfadándose en las redes sociales. Steinbaugh reconoce que siempre es difícil medir la evolución de la libertad de expresión en las universidades. Actualmente, convivirían dos tendencias: algunos campus tratan de reforzar activamente el derecho de alumnos y profesores a hablar sin ser víctimas del acoso o de la censura. Otros, sin embargo, ven crecer el número de incidentes relacionados con profesores a los que se les presiona para que cambien “el contenido o punto de vista de sus enseñanzas”, lo cual puede ser parte del debate crítico, o síntoma de que algo no va bien. “Hemos visto más objeciones al discurso que es crítico con la gente blanca, o la blancura, o la teoría crítica racial”, asegura.

“Está muy, muy extendido”, dice Jodi Shaw, convertida en una referencia de las campañas contra el 'wokism', pese a que, de los canales nacionales, solo la entrevistó Fox News. “Estoy inundada de 'e-mails' de personas que se sienten aisladas, que no tienen con quién hablar o que han perdido el empleo. Sucede con todo el mundo, con trabajadores, con padres de alumnos. Y no se atreven a hablar entre ellos por miedo a sufrir represalias. Me pasaba en Smith. Hablé con muchas personas que se sentían de manera parecida a como me sentía yo, pero que nunca hablaban entre ellas”. Otra organización, CriticalRace.org, creada por Legal Insurrection Foundation, ha diseñado un mapa de Estados Unidos en el que se pueden seguir todas las iniciativas de la teoría crítica racial que se emprenden en las universidades americanas. Una base de datos que, según su responsable, William Jacobsen, profesor de la Universidad de Cornell, sirve como guía para todos aquellos estudiantes o padres de estudiantes que quieran saber qué centros han tomado el rumbo 'woke'. Jacobsen dice que el mapa no es una lista negra, y que una cosa es enseñar esta teoría, lo cual entra dentro de la libertad de expresión y de cátedra, y otra forzar a los profesores, empleados y estudiantes a adoptarla, so pena de ser acusados de racistas. Pero quizá no haga falta visitar estos enlaces o ponerse en contacto con estos grupos. La densa huella de la doctrina 'woke' se palpa en los principales medios de comunicación, y en los recovecos del día a día en Estados Unidos. En cada conversación con un amigo médico, profesor, cantante, periodista, empleado del sector de la moda o gerente de un restaurante, la conclusión es similar: en todos los sectores se transita una línea muy fina, aquella que divide la noble preocupación por la desigualdad y el racismo, de la ciega devoción a un dogma identitario.

EL "ARCO MORAL DE LA HISTORIA" Doctrina 'woke' (II): los orígenes del gran despertar. Poder, neolengua y culto al agravioEl racismo es real, como lo son las agresivas desigualdades sistémicas de Estados Unidos, y la energía del movimiento que lucha contra estas fuerzas, hoy, está en la izquierda identitaria (22/04/2021):

La gran ventaja del movimiento ‘woke’ es que resulta contraintuitivo. A primera vista, parece una continuación de las marchas por los derechos civiles. El imaginario es el mismo: las manifestaciones y los carteles vibrantes, la celebración de la diversidad y la cruzada por un mundo más justo. Es como si hubiera recogido el testigo de Martin Luther King, que a su vez lo había heredado de los abolicionistas, y le hubiera dado un sabor más dinámico, más contemporáneo. El “arco moral de la historia” avanza imparable y ninguna persona decente querría estar del lado contrario.

ESCUELAS "ANTIRRACISTAS" Doctrina 'woke' (III): vuelve la segregación racial a las escuelas de EEUUHistorias que reflejaban, sobre todo desde el asesinato de George Floyd hace un año, una toma de control ideológica en numerosos colegios e institutos norteamericanos (29/04/2021):

“Hay un policía asesino sentado en cada escuela donde aprenden los niños blancos (...). A los niños blancos se les deja sin supervisión y tranquilos en sus escuelas, casas y comunidades para que se unan, refuercen y protejan sistemas que arrebatan la vida negra. (...). Estoy harta de que los blancos se regodeen en su depravación autorizada por el Estado (...). ¿Dónde está la urgencia para reformar las escuelas donde se adoctrina a los niños blancos en la muerte negra y se les protege de las consecuencias? (...). Id a reformar a los niños blancos. Porque ahí está el problema: en los niños blancos que son criados desde la infancia para violar cuerpos negros sin remordimientos ni rendición de cuentas. Ese policía no aprendió a quitarle la vida a George Floyd en su entrenamiento policial o en el trabajo. Pasó toda su vida preparándose para ese momento, con sus padres y su familia, profesores, entrenadores, vecindarios e iglesias”.

Guerra ideológica en EE.UU.: del movimiento woke a los libros prohibidos (Pilar Ramírez, NIUS, 10/10/2022)

Los libros para niños que están siendo prohibidos en Estados Unidos (Jane Ciabattari, BBC, 29 mayo 2023)

El delirio 'woke' de Estados Unidos contra la Biblia: la censuran como revancha por la prohibición de libros 'queer' y LGTBI - La cifra de obras perseguidas es nueve veces mayor que hace 20 años, según la Asociación Estadounidense de Bibliotecas. Las más afectadas son las de temática LGTBI, razón por la que, como contrapartida, se han prohibido los textos sagrados del cristianismo en algunas escuelas de EE. UU (María Serrano, El Debate, 08/06/2023)

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Ayuso revisará los libros de texto para evitar "contenidos ideológicos" y fomentará la enseñanza de la cultura y la lengua españolas (20 minutos, 7 de septiembre de 2023)

"Occidente difunde la rusofobia": el nuevo libro escolar en el que Moscú justifica la invasión de Ucrania (BBC, 9 agosto 2023)

La Selectividad china bate récords de alumnos y presión: copiar acarrea siete años de cárcel - Casi 13 millones de estudiantes aspiran a conseguir una de las codiciadas plazas en las mejores universidades. Muchos centros instalan cámaras inteligentes para detectar trampas con dispositivos electrónicos (El País, :10 JUN 2023)

Un total de 12,91 millones de estudiantes chinos se juegan desde este miércoles su porvenir en el gaokao, el equivalente a la Selectividad en el gigante asiático. La exigente prueba de acceso a la universidad, que este año ha registrado un récord de inscripciones, está considerada la de mayor presión del mundo, no tanto por la dificultad de las preguntas, sino por lo que está sobre la mesa: para muchos jóvenes, especialmente aquellos procede...

Francia mantiene la prohibición de la abaya en las aulas (El Periódico, 7 de septiembre de 2023)

La educación estricta vuelve en todas partes menos en España (quizá porque nunca se fue) - Aunque en otros países se abren colegios 'neoestrictos' y se defiende la disciplina, nuestro país se decanta por la nostalgia pedagógica antes que por la de la mano dura. ¿Por qué? (El Confidencial, r Héctor García Barnés, 04/09/2023):

En septiembre del año pasado, el popular profesor e icono de la alt-right norteamericana Jordan Peterson visitó en Wembley (Londres) la Michaela Community School, el colegio más controvertido de Reino Unido. Peterson soltó alguna lagrimita tras ver cómo las alumnas daban los buenos días a su directora, la no menos polémica Katharine Birbalsingh. Michaela School, al fin y al cabo, es la traslación al mundo educativo de algunos de los principios defendidos por Peterson.

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